Políticos, científicos y ciudadanos coinciden en que la Cumbre de Copenhague, la cita más esperada para debatir sobre cambio climático, fracasó, pero, sin embargo, no existe ese mismo consenso a la hora de establecer si realmente se trata de un fenómeno real que ya se palpa o si no es más que un grito de "que viene el lobo" que aún no se traduce en nada concreto.

Con el objetivo de arrojar luz sobre este asunto, EL DÍA ha invitado a su mesa de debate a tres expertos en la materia que mantienen ópticas muy diferentes, con el objetivo de llegar a alguna conclusión y determinar no sólo si el cambio climático existe o no, si no para aclarar si hay algo que verdaderamente se pueda hacer para evitar sus posibles consecuencias si es que llegan a producirse.

El primer turno de palabra lo utilizó el profesor del Departamento de Ecología de la Universidad de La Laguna, José Ramón Arévalo, para fijar su posición. "Desde el año 2002 hasta aquí ya no se habla de calentamiento global sino de cambio climático y eso da qué pensar. ¿Será porque los que trabajamos con modelos no tenemos tan claro ni que las temperaturas suban ni que bajen ni nada? A mí, particularmente lo que más me atemoriza no es si hay o no cambio climático, sino las medidas que se proponen para luchar contra él, porque no está claro que sirvan de nada y, sin embargo, suponen unos costes brutales y graves perjuicios para las clases más desfavorecidas del planeta".

Arévalo, que se mostró tremendamente crítico con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) -un grupo de científicos y expertos que aconsejan qué políticas se deben llevar en esta materia-, insistió en la idea de que "un modelo científico no es la realidad, y precisamente por eso aguanta todo lo que se le quiera echar encima" y aseguró que, según su experiencia y conocimientos "se ha fabricado la idea de que el CO2 es el responsable de todos los males y se le ha convertido en la causa de todo, pero lo cierto es que desde 2002 las emisiones se han incrementado y, sin embargo, la temperatura baja".

En el vértice contrario al de su predecesor, el director de la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y Lucha contra el Cambio Climático, Jorge Bonnet, defendió la labor del IPCC, recordando que "cuenta con 1.500 revisores que examinan todas las publicaciones y hallazgos científicos que se van dando en el mundo para saber qué es lo que está sucediendo y por dónde se debe ir".

A juicio de Bonnet, "lo que no se puede negar es que hay cambios globales, y los gobiernos son conscientes de esto y quieren estar preparados ante lo que pueda suceder. En Copenhague había 185 jefes de Estado y aunque no llegaron a un acuerdo si coincidieron en que existe un problema".

Entrando ya en confrontación con el ecólogo, el director de la Agencia recordó que "la Unión Europea dice que hay cambio climático, Naciones Unidas también, y cada vez son más los científicos que dicen que no solo se está produciendo sino que además este un cambio global está producido en un 90% por la actividad antropogénica".

Entrando ya en una guerra de cifras, Bonnet dijo que "los datos son los que son", y dio como el ejemplo el hecho de que "el nivel de las aguas marinas sube en Canarias 0,7 centímetros cada año, y ya lo ha hecho 10 centímetros en el último cuarto de siglo".

"Hay especies en El Teide que son más de monte verde -continuó- y el mar de El Hierro está lleno de gallos plateados, cuando antes aparecía uno de vez en cuando. El número de especies marinas de aguas templadas que se están incorporando al ecosistema canaria se ha duplicado y las temperaturas en el mes de enero han estado dos grados por encima de la media".

Para terminar su argumento, Bonnet quiso rebatir a Arévalo manifestando que "la ONU lo que busca es ir hacia un mundo más equitativo y para eso los países más ricos del mundo mantienen un compromiso de 100.000 millones de dólares que irán directamente a los países más pobres para ayudarles a desarrollarse pero de una forma más sostenible".

Desde una perspectiva más cercana, el secretario insular de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag), Miguel López, "uno con lo que se tiene que quedar es con su percepción y, desde luego, nosotros en el campo sabemos que estos fenómenos meteorológicos que hay ahora se han dado siempre, pero no de forma tan persistente. Antes venía un siroco y duraba dos días, pero ahora continuamente llegan vientos calientes".

López reveló que "los agricultores y ganaderos seguimos muy de cerca este tema y queremos hacer nuestra actividad lo más sostenible posible, por eso estudiamos la manera de emitir menos CO2, gestionar el metano, etc.".

Especialmente crítico se mostró con los consumidores, a lo que animó a que reflexionaran sobre los kilómetros que debe recorrer un producto hasta llegar a un supermercado. "Si se consume lo que se produce en el entorno más inmediato no sólo se favorece la agricultura, sino que además se recupera suelo, se crea un nivel de producción que evita la dependencia del exterior a todos los niveles e incluso se ahorra energía".

Hay que estar vigilantes

Sin embargo, durante el transcurso de el debate sí que se produjo un punto de encuentro entre los tres participantes.

"Yo no creo que la cosa sea como se dice, per igualmente creo que lo que hay que hacer es seguir las mediciones y si se llega a confirmar que hay cambio climático, tomar las medidas necesarias. Todo lo que se haga antes de eso me parece equivocado", dijo Arévalo, mientras que Bonnet defendió "la necesidad de continuar vigilando el cambio climático para intentar aproximarnos a lo que va a suceder y adaptarnos a él con el tiempo suficiente para que no suponga una tragedia", y fijó el año 2050 como el definitivo "para saber por dónde va a ir la cosa".

Por su parte, López abogó porque "se tomen todas las medidas de precaución que sean necesarias porque aquí lo que está en juego, entre otras cosas, es que la vida del ser humano siga siendo como es ahora y en este aspecto tiene un papel fundamental la producción de alimentos".

Igualmente los tres asistentes estuvieron de acuerdo en otro factor que está siendo determinante en este cambio global que afecta al planeta: la población.

"Se habla de volver a niveles de emisión de gases de hace años, pero no se dan cuenta de que la situación no es la misma, entre otras cosas porque cada vez hay más gente en el mundo, y que por lo tanto la única manera de lograrlo es a través de nuevas investigaciones y de buscar alternativas dentro del propio sistema", afirmó Arévalo.

Mientras que para el representante de los agricultores y ganaderos "algo no se está haciendo bien cuando se dice que este modelo nos conduce a que 1.000 millones de personas pasen hambre y resulta que de ellos 800.000 son personas que se han visto obligadas a abandonar el campo". En este mismo sentido, López se preguntó; ¿es que nadie se da cuenta de que el bienestar que tenemos ahora en este país se relaciona directamente con que se ha construido más que nadie, se ha crecido más que nadie en población aprovechándonos de la situación? Ahora es difícil que nos digan que tenemos que volver hacia atrás".

Para el responsable de cambio climático en Canarias, "las claves son tres: seguir observando las incidencias sin olvidar las normas que existe con el protocolo de Kioto; la mitigación de gases y la adaptación al nuevo modelo en el que necesariamente habrá problemas energéticos. Todo esto hay que hacerlo con tiempo y haciendo que la sociedad participe, porque de lo contrario la situación irá a peor y se convertirá en un problema de protección civil".

De nuevo con una visión muy diferente, Arévalo defendió que "no hay que cambiar de energía. Nada justifica una decisión así. El problema se está desbordando y esa no es la solución".

"Yo estoy de acuerdo con que el que no trate bien el suelo, el que no cumpla con una manera de actuar más sostenible sea sancionado", dijo el agricultor antes de añadir, "porque detrás de nosotros vienen otras generaciones y ellos también tienen derecho a tener tierra para trabajarla".

A su juicio, "no se trata de eliminar una energía por otra, sino de complementarlas, también los combustibles fósiles, pero si hay otro tipo de energía que es más sostenible dejarla sólo para cuando no se puedan utilizar la solar porque está nublado o la eólica porque no hace viento".

Ya a modo de conclusión, el profesor de la Universidad de La Laguna manifestó su idea de que "cada vez hay más gente y lo que se tiene que hacer es buscar solucione y no ideas kafkianas, porque la productividad de un país camina a lomos del CO2. Si los modelos de los que nos hablan para decirnos que se va a producir una tragedia fueran seguros no se dirían tantas chorradas ni afirmarían hoy que las temperaturas suben, mañana que bajan y al revés. Este problema sólo tiene una solución, y son las nuevas tecnologías. No acabar con el CO2".

Por su parte, Jorge Bonnet se mostró a favor de continuar por el camino de la precaución, y sobre todo de la observación. "Hay que propiciar más investigaciones, desarrollar más modelos de predicción y de explicación de la realidad para contar con la mayor información posible y tener tiempo de adaptarnos a lo que pueda suceder, para ello ya estamos elaborando borradores sobre posibles consecuencias del cambio climático en Canarias. Por lo menos tenemos tiempo, no como en las islas del Pacífico en las que si se cumplen las previsiones quedarán cubiertas por el mar ya".

"Realmente da igual si hay cambio climático ya o si lo va a haber, lo que realmente hay que discutir antes que nada es qué acciones son sostenibles y cuáles no, porque si por crear el biodiesel para evitar el CO2 dejamos a cientos de personas sin alimentos, no vamos a ninguna parte", sentenció el representante de la Coag.

CARLOS ACOSTA Y GABRIELA MAESTRE Fotos: MARÍA PISACA