ENSEGUIDA me llamaron un par de amigos de la Península porque se habían enterado de que el Gordo había caído en Tenerife. ¿Llevabas algún pedacito? Primero, que Tenerife es muy grande y no se pueden llevar todos los números que aterrizan por aquí, y segundo, que no juego casi nada. La conclusión parecía ser que me había perdido el Gordo (tres millones) de San Roquito. Pero no, eso sí que no, la moto es solo mía, solo mía… el Gordo me toca a mí también, "of course".

Qué villa y qué pueblo tan bonito; el lugar sí que es grande, se llama Garachico. En la comarca natural de la Isla Baja que además engloba a los municipios de Los Silos, Buenavista del Norte y El Tanque. Mejor que fuera una, grande y libre, como la familia de Simón Bolívar, en una parte originaria de la zona.

El auténtico Gordo se lo otorgó la naturaleza cuando junto a todo ese imponente norte, esos imponentes nortes de todas las islas y porque también San Andrés y Sauces (de cinco a siete millones) tuvo su pellizco del segundo, 00147, se fue apañando para preparar su sitio privilegiado. Se fundó por iniciativa de un banquero genovés, Cristóbal de Ponte, cuando aún las armas resoplaban en bufidos más allá de Taoro y cuando aún parte de sus anteriores habitantes se encaramaban alzados por las cumbres.

Desde la costa a la montaña, el municipio actual, además de la villa de Garachico, está formado por numerosos barrios como La Caleta de Interián (núcleo compartido con el municipio de Los Silos), El Guincho, Las Cruces, San Pedro de Daute, Genovés, San Juan del Reparo y La Montañeta.

Pronto se apreció su posición estratégica con respecto a los valles septentrionales de riqueza innata. Durante los siglos XVI y XVII, se convirtió en el principal enlace de la isla. De sus muelles zarpaban navíos cargados de vino y azúcar hacia América y Europa, lo que hizo progresar económicamente a la población garachiquense. Ejerció como un puerto complementario que unía, sobre todo, los importantes de Villa Apurón (hoy Santa Cruz de La Palma) y Tazacorte, Santa Cruz de Tenerife y de La Luz y Las Palmas, con la Península y América.

La lotería moderna sabemos que es caprichosilla. Bolitas y bolitas que dan vueltitas, muchas veces, como la mismísima naturaleza, dejándonos a la mayoría sin probar bocado en la lluvia de millones, o que en su cara más salvaje, volcánica y amarga, castigó al menos por dos veces a las almas que en la Villa y Puerto germinaban. En 1646 un corrimiento de tierra terminó con la vida de más de cien personas y hundió cuarenta barcos. Más tarde, un 5 de mayo de 1706, la castigó nuevamente desde las profundas entrañas del Teide con la erupción de Montaña Negra, que truncó el periodo dorado de la que en ese entonces competía con La Laguna y Santa Cruz en la primacía económica de la isla. De madrugada, siete coladas de lava bajaron ladera abajo, arrasando y sepultando gran parte de la villa, especialmente su puerto, que quedó totalmente cubierto. Pero no hubo víctimas mortales. Tras el tremendo desastre natural, los comerciantes pasaron entonces a utilizar el muelle del Puerto de la Cruz, y Garachico quedó relegado como un pequeño enclave de pescadores al que muchas veces el embravecido mar del norte le arrancó su corazón. La colada de magma que llegó al litoral hizo ganar al municipio territorio y unas piscinas y charcos conocidos como El Caletón.

Ahora es un número, 79.250, el que proporciona la alegría. La Administración número 1 ha repartido un total de tres millones de euros. El muy feliz propietario, Rafael Soler, manifestó a los periodistas que los décimos con el número premiado los ha vendido en ventanilla y que probablemente estaría muy repartido. Soler comentó que la mayoría de los clientes son vecinos de este municipio y de los pueblos cercanos, aunque no descarta que el número también lo haya comprado alguno de los numerosos turistas que visitan lo que verdaderamente es el Gordo de Garachico.

Paisaje, arquitectura, gastronomía… y sobre todo las gentes. Era admirable: había grandes almacenes, vivían muchos caballeros de título y de las órdenes militares; casas como palacios, excelente iglesia parroquial, un hospital, tres conventos de religiosos y dos de monjas; por eso se decía "Garachico, puerto rico".