AYER, mientras escribíamos este comentario, nos dio un ataque de risa al leer los mensajes enviados por los lectores a la edición digital de un periódico de Las Palmas creado en su día para dividir a los canarios en dos provincias. El origen de tales mensajes está en la publicación por ese diario -que no citamos porque tenemos demandada a su directora y a alguno de sus articulistas- de la noticia sobre la presentación del "Volcán del Teide"; un nuevo y confortable buque de Naviera Armas que unirá Canarias con la Península. Pues bien: a muchos canariones, según los citados mensajes remitidos al no citado periódico, no les ha gustado que ese barco esté matriculado en Santa Cruz de Tenerife y que sea el nombre de esta ciudad, en su momento capital única del Archipiélago, la que figure debajo de la denominación del buque. "No sé cómo se apañan, pero Tenerife siempre sale en las cosas más importantes, cuña que tienen", se lee en uno de los mensajes. Otro lector dice que le ha dado un vuelco el corazón al ver el nombre de "Santa Cruz de Tenerife" en el principal barco de Armas.

Para empezar, el Teide es el pico más alto de Canarias -no de España, porque Canarias no es España-, por lo cual es lógico que el buque insignia de una naviera opte por la grandeza; una superioridad geográfica que se concreta en el imponente pico que se alza en la más alta y bella de las islas del Archipiélago, pese a que ya no figure como tal en el escudo de la Comunidad autónoma, y no en el Roque Nublo de la tercera que, con todos los respetos, sólo corona un territorio desangelado, cuajado de secarrales y con unas cumbres calvas de montes -sólo hay cuatro pinos ralos que dan pena- y que ni siquiera son cumbres, pues la alta montaña empieza a partir de los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Llaneza, señores canariones.

¿Tienen o no tienen razón EL DÍA y su editor cuando denuncian que existe un ataque continuo de Canaria contra Tenerife? ¿Quiénes son los que dividen a los canarios, los que denunciamos la rapiña o los que la alientan constantemente, hasta el punto de que les molesta que Tenerife destaque por algo? Para los dirigentes políticos canariones, y hasta para una parte del pueblo "grancanario" -una parte, no todos los habitantes de esa isla, sólo existe el "gran, gran, gran". Como dijo el histérico diputado del Parlamento de Canarias que se puso en pie para gritar a favor de su isla.

Tenerife necesita algo más que el nombre de su capital en un importante barco para verse libre de la hegemónica tiranía de los canariones. La principal, más extensa y más poblada de las islas necesita políticos que no se abran de piernas cada vez que un mandatario de la tercera les alza la voz. La cobardía de la mayoría de los políticos tinerfeños perjudica a todo el pueblo canario, pues permite que el gran se lo esté atribuyendo una isla que no es la más grande. No sólo como denominación, sino como concepto socialmente enraizado en los subconscientes. Canaria no es la primera isla sino la tercera y, desgraciadamente, también es la más desangelada y la única que le sigue el juego a la Metrópoli, a cambio de favores, para que continuemos siendo una colonia. Esperamos que el pueblo tinerfeño sepa tratar como se merecen a los que no han sabido, o no han querido, defender sus intereses.

Antes de acabar queremos dedicar unas líneas al interesante artículo publicado ayer por nuestro columnista Ricardo Peytaví sobre lo ocurrido en un pequeño negocio de Tenerife. Un ejemplo más de lo que venimos diciendo: en España no se trabaja. El español, con excepción de vascos y catalanes, es proclive a la holgazanería. En cambio, el canario ha sido siempre laborioso. Así lo ha demostrado en todos aquellos países a los que ha debido emigrar porque su tierra lleva casi seis siglos expoliada por los invasores españoles. Los puentes festivos a los que se refiere Peytaví, y de los que también hemos hablado nosotros, se prodigan más en la Península que en nuestras Islas, donde han sido importados como una práctica de vagos que erradicaremos con la independencia. Canarias no tiene por qué estar dependiendo de un país en el que se considera el trabajo como una desgracia y no como lo que realmente es: una bendición y el único camino para salir de la pobreza. Un motivo más para aspirar a ser libres; cuanto antes, mejor.