YA DIMITIÓ Francisco Camps. He contado que yo era director de una oficina bancaria y cuando llegaba la Navidad -era la costumbre-, algunos clientes, inopinadamente por mi parte, mandaban regalos. Sorpresa, una caja de papayas. Era feo devolverla. ¿Qué hacías? Una bolsita para el interventor, otra para el cajero y otra al comercial. Vale, ¿y si era un jamón? Tú no habías hecho ni pedido ni motivado nada. La conciencia tranquila, pero y si te regalaban un jamón, ¿qué hacías? Ahora ya está claro porque nadie en su sano juicio te lo va a enviar, pero lo que argumento es que no podemos ser tan hipócritas. Hace unos años el proceder era habitual y hasta el límite de que trataras de que no influyera en tu conducta, aceptable por la sociedad. Si van a procesar a todos los servidores públicos o gerentes que sin el conocimiento por escrito de su empresa en algún momento determinado del pasado no pagaron un presente recibido, la nueva y vanguardista cárcel de Juan Grande se quedaría chica. Cierto es que lo de los trajes, antes y lógicamente después, ronda límites porque si son de marca cuestan una pasta y había que ir a probárselos por lo menos, con algo de complicidad. ¿Cohecho pasivo impropio? Lo que sí se está demostrando es que tenían bien montado el "gürtel busines".

El caso de Miguel Zerolo es distinto. Si alguna vez entró en los cambalaches, que yo no lo sé y que lo dudo, tengan por seguro que, como lo han tumbado integralmente todo, eso no ha sido negocio para nadie. Una ruina. En vez de un traje, sería un saco de papas. Un moñigo pinchado en un palo. Ahí ha perdido todo el mundo, hasta los que ganaron inicialmente, especialmente el pueblo de Santa Cruz y la razón es que la justicia en España es budista, tarda tanto y es tan burocrática y garantista que se resuelve en tu reencarnación, y esto ya en sí mismo es otra injusticia. Una vez reclamé una cantidad y cuando después de siete años se efectuó la adjudicación de un bien, ni me acordaba, y pena me daba.

Lo de Casimiro Curbelo es otra película bastante más despreciable en su corto guión. La mala suerte de que ahora vengan elecciones y la partitocracia que ha querido ejercer de más papista que el Papa han condicionado que el tratamiento del PSOE haya sido imponer la ejemplaridad sin siquiera ofrecer margen a la inocencia. Han pitado el penalti solo con la gesticulación teatral del delantero. Se han pasado, si no tres pueblos, sí una isla entera.

Mira que ha caído gente, como Teddy Bautista, Sanchez Dragó u Ortega Cano. Apestados en vida hasta países enteros como Grecia, Irlanda o Portugal. Sirvan como muestras: Julian Assange o la camarilla de Rupert Murdock, en la que, por cierto, se encuentra José María Aznar, DSK o los antaño respetados líderes -ahora ladrones y criminales- de Egipto, Túnez o Libia.

Cada caso, cada cosa, es muy diferente y por lo menos hay que intentar analizar los entresijos que se dan en ellos. Los tiempos parecen igualarlos por el suelo, pero no. Es más complicado tratar de entender historias distintas con sus profundas complejidades y descartar meterlos conjuntamente en el saco de los sinvergüenzas o de los PIGS, si son Estados. Se libera uno de presión; todos son sanguijuelas corruptas. Pero si se hace eso se comete a su vez otro desaguisado aún mayor. El pecado de la secta, de la manada, de la jauría…¿somos pirañas o qué?

Hay que relativizar, no podemos convertir la existencia en una repetitiva merienda de negros porque, para contrastar humanamente y mientras estas tanganas vergonzosas suceden en Occidente, lo realmente desgarrador es que por culpa nuestra, eso de comer se haya convertido en misión imposible, por ejemplo en Somalia. No hay casi nada y dentro de poco no habrá nada. Lo dicen los empleados de Acción Contra el Hambre que trabajan en Mogadiscio: apenas quedan cosechas, e incluso en las zonas tradicionalmente más ricas han sido un 50% inferiores a lo habitual. Gran parte del ganado ha muerto o está muy débil: no es raro encontrar cadáveres en la carretera. La situación es desesperada. La gente tiene que andar hasta 30 kilómetros para encontrar pozos de agua, por lo que las vacas que sobreviven no producen leche para alimentar a los niños.

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