Y NO SOLO algunas, habría que eliminarlas todas. Ahora se vuelve a hablar de la Reserva para Inversiones en Canarias (la RIC) incluida en nuestro Régimen Económico y Fiscal (el REF), la norma franquista que todos se empeñan en defender, esa que en 1972 sustituyó a la ley de puertos francos y que algunos añoramos. Y es que el Gobierno emite deuda.

Con la RIC el empresario se compromete a destinar parte de los beneficios de su empresa (hasta un 90%) a activos para mejorar o hacer crecer su negocio. En definitiva, en vez de liquidar el impuesto, me guardo las ganancias y ya veré cómo las empleo, además consigo capitalizar mi balance con la ayuda inestimable de la política ultraperiférica.

-Déjate de tecnicismos y dime qué pasa, por qué no te gusta.

Lo primero es que no repartes beneficios y, por lo tanto, no retribuyes al capital, ni siquiera el que tú mismo has invertido. Lo segundo es que al no tener que desembolsar el impuesto prestas menos atención a los cierres contables, no cuestionas la aparición de enormes beneficios y dedicas pocos recursos a conocer el estado real de tus cuentas, total. Lo tercero es que mantienes boyante la tesorería en la empresa, liquidez que te permite crecer con fondos propios.

-Vuelves a hablar en chino.

Perdona. Al dotar RIC, que en la práctica es tan solo una declaración de intenciones, no pagas el impuesto ni te llevas los beneficios y, por tanto, mantienes el dinero en la empresa; nadas en la abundancia por la gracia de Hacienda, puedes comprar más "stock" de mercaderías, contratar más personal o dar crédito a tus clientes. El negocio asciende como un cohete, sin problemas financieros, la empresa gana dinero aunque tú no veas un duro.

Pero claro, tienes de plazo cuatro años para materializar las inversiones y el tiempo pasa volando; llegado el momento, ¿con qué dinero inviertes si ya lo has empleado en otras cosas?, y además, ¿dónde inviertes si la economía está en recesión y es época de estarte quieto? Donde tuviste que pagar treinta, ahora tienes que invertir noventa. Y en caja ni tienes los noventa ni los treinta ni nada.

-¿Y ahora?

Resígnate. Puedes comprar deuda soberana del Gobierno de Canarias para lavar el capital dotado en vez de invertirlo. Quizás un banco te preste esos noventa si aportas los títulos en garantía y abonas los intereses. O, si no, busca los treinta para restituir a Hacienda el impuesto aplazado.

Esto tienen las subvenciones, que condicionan tanto el funcionamiento de las empresas y que no sabemos si favorecen o perjudican hasta que no sufrimos en carne propia sus nefastas consecuencias.

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