ESTE será mi último artículo esta temporada. Comienza el verano, y el calor y el cuerpo me piden un descanso; volveré en octubre, con la autorización de la Dirección de EL DÍA, periódico en el que vengo publicando desde hace algo más de dieciséis años. Mi agradecimiento a los que leen lo que yo quiero expresar; incluso hay quienes me ven por la calle y muestran su conformidad y me animan a seguir haciéndolo, o me llaman por teléfono.

Hoy voy, como estos últimos días, a escribir sobre temas diversos que nos afectan. En primer lugar, aunque ya hice una referencia el viernes pasado, les hablaré algo más de la Integración del Régimen Especial de empleados del hogar dentro del Régimen General de la Seguridad Social. Consecuencia de la Ley 27/2011 de 1 de agosto, fue uno de los últimos regalos envenenados de Rodríguez Zapatero, que el PP, absorbido con el problema económico y el paro consecuente, igual que la Ley del Aborto, la Memoria Histórica -a la que luego me referiré-, la presidencia de RTVE y tantos temas más, no ha podido o querido resolver.

Comprendo que Rajoy y su equipo económico son los que ahora tienen la patata más caliente, pero tiene un buen equipo de personal cualificado en diversas materias que debería atender estas cosas que afectan muchísimo a la población, especialmente la más necesitada. Antes existía una legislación en la que los empleados domésticos que trabajaban en un hogar menos de veinte horas a la semana, o cualquier número de horas si lo hacían en varios hogares, estaban obligados a darse de alta, cotizar a la Seguridad Social y pagar su IRPF. Eran considerados como trabajadores autónomos o como un profesional liberal. Actualmente, el empleador, aunque sea persona con pocos recursos -pero que al ser mayor necesite quien le ayude a llevar su casa, o personas con problemas físicos o de movilidad, o pocos conocimientos- tiene que convertirse en un "contratista" o "empresario", que a partir del 1º de julio, como fecha tope, tiene que encargarse del alta y baja del empleador y el empleado, mediante un contrato de trabajo con una serie de datos ante la Tesorería de la Seguridad Social, la elaboración y envío de nóminas mensuales debidamente firmadas, el cálculo del finiquito en caso de despido, prorrateo de vacaciones y pagas extraordinarias, etc.

En el caso de un trabajador que trabaje fijo en un hogar, incluso durmiendo en el mismo, tiene su lógica, pero que lo tenga que hacer cualquier empleador, aunque solo sea una hora a la semana o al mes, exigiendo a personas a las que no les sobra el dinero, o no pueden físicamente dirigirse a una gestoría, creo que es un absurdo solo comprensible por el afán recaudatorio, pues la empleada no tiene ni derecho a percibir el paro al cumplir la edad por mucho que haya cotizado, perjudicando siempre a las clases menos pudientes y amenazando con importantes multas. Existen personas trabajadoras que tienen una pensión exigua de viudedad, por ejemplo, que no les da ni para comer ni para sus gastos, hipotecas incluidas, y que ya tienen derecho a la Seguridad Social , que necesitan trabajar. Estos casos deberían contemplarse. Va a quedar mucha gente en el paro y también mucha gente sin nadie que la atienda. Así se explica la nula aceptación que ha tenido la ley hasta este momento.

Otro tema que hace tiempo quería tratar, y posiblemente haya hecho alguna referencia a él, es el de la Ley de la Memoria Histórica, que el progresismo rampante quiere llevar a efecto contra viento y marea, y con urgencia, cuando hay muchas leyes mucho más justas que no se cumplen, especialmente en Cataluña (idioma español, bandera española...) y en el País Vasco (banderas, idioma...). En primer lugar, la memoria es individual y la suma de memorias individuales que son dispares no debería llegar a ningún resultado. Como es lógico, estamos hablando de una ley del 28 de octubre de 2007, empezando a subvencionar de manera millonaria (así estamos como estamos) a asociaciones, fundaciones, sindicatos..., para congresos, seminarios, ciclos de conferencias, estudios... Solo el 28% del total se dedicó a labores de localización, excavación, exhumación e identificación de víctimas. Desde luego de la represión franquista; las de la República (Paracuellos del Jarama...) y las de socialistas y comunistas entre sí (los enterrados en Alcalá) han sido denegadas por "improcedentes". Según el escritor Juan van Halen, las libertades democráticas fueron vulneradas constantemente durante la II República, existiendo historiografía contundente sobre el particular. Los intelectuales republicanos que colaboraron al advenimiento de la República (Ortega, Pérez de Ayala, Marañón, Severo Ochoa...) se exiliaron voluntariamente ante el caos existente y no estar de acuerdo con lo que estaba ocurriendo. Por otro lado, está la permanencia en España de numerosos escudos y símbolos de la República, habiendo sido restaurados muchos de ellos. En los Nuevos Ministerios existe una estatua, no recuerdo si de Pablo Iglesias o Largo Caballero, y ni en el franquismo ni después nadie la ha quitado. Eran y son historia. Es la diferencia de cuando gobierna el centro-derecha y el centro-izquierda.

Quiero hacer una referencia al libro "Desmontando el progresismo", escrito por la catedrática de Ciencia Política y conocida contertulia y escritora Edurne Uriarte, que procede de la izquierda como tantos otros desilusionados que se han atrevido a dar el paso (Gotzone Mora, Pío Moa, Jiménez Losantos...). Antes de seguir adelante quiero hacer constar que existen (y a muchos de ellos conozco, personalmente o por sus hechos) magníficas personas y políticos excelentes, en toda la extensión de la palabra, socialistas, pero que por temor a su expulsión, o marginación -también conozco casos-, no se deciden a enfrentarse con la que dictamina la dirección del partido del momento. En ese sentido envidio a los diputados ingleses, que al deberse a sus electores -¿para cuándo el cambio necesario de la Ley de Partidos?- no dudan en votar en contra del partido cuando la cuestión no es de su agrado o conveniencia.

Dice Uriarte algo que yo he pensado en numerosas ocasiones: que su primera gran decepción de la izquierda fue no encontrar un cuestionamiento claro de las dictaduras comunistas (Mao, Stalin, Fidel Castro, Allende...) y del tratamiento del terrorismo cuando procede o es inspirado por la izquierda. Otro tema es el diálogo y los pactos con los nacionalismos exacerbados (Cataluña...), o con los antimperialistas tipo ETA (es evidente su derrota policial, pero no política o ideológica), las FARC, Hamas o Al Qaeda. Asimismo, el apoyo masivo y sin dudar del PSOE e IU a movimientos radicales de la izquierda (indignados, mineros, manifestaciones izquierdistas...) en la difícil situación actual.

Piensa Uriarte que el pensamiento de la izquierda domina el debate de las ideas debido a que el progresismo es numéricamente mayoritario, al menos en España. Frente a ello existe una derecha acomplejada, con unos intelectuales numéricamente minoritarios a los que les cuesta mucho defender sus ideas, incluso una parte de ella acepta la superioridad moral de la izquierda, absurdamente, pues está llena de sombras graves.