Dos investigadoras de la Universidad de California han publicado un artículo sobre los costes sociales del estrés; concretamente, sobre las relaciones entre la angustia crónica y las enfermedades. No voy a entrar en detalles para no convertir estas líneas en un texto farragoso. Quien desee consultarlos los tiene en el número 490 de la revista "Nature". Me limito a destacar que durante décadas se han acumulado pruebas de que el estilo de vida, el bienestar y otros factores ambientales pueden contribuir de manera significativa al estado de salud. Algo que la sabiduría popular ha condensado desde siempre en una frase: las preocupaciones envejecen. No somos más o menos propensos a contraer determinadas enfermedades solo por factores genéticos, sino también por la influencia psicológica del entorno. Al final, y con esto me quedo, las autoras del estudio recomiendan a los gobiernos que destinen más recursos a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Sobre todo en tiempos de recortes, claro.

Y sobre todo, también, en un país cada vez más amargado. igo esto porque España está perdiendo posiciones en la clasificación mundial de la felicidad. Según un informe elaborado por la ONU, seis países escandinavos y de Centroeuropa son ahora más felices que hace cinco años, mientras que en los del sur ha disminuido notablemente la alegría de vivir. El descenso afecta especialmente a Portugal, Italia, España y Grecia. España es el sexto país del mundo que más felicidad ha perdido, junto con Egipto, Grecia, Birmania, Jamaica y Botsuana. En el lado opuesto, inamarca, Noruega, Suiza, Holanda y Suecia encabezan la lista de los países cada vez más dichosos.

Los españoles se consideran más infortunados porque han perdido libertad para tomar decisiones y porque la crisis ha limitado sus oportunidades. También se sienten amargados por el aumento de la corrupción en la política y los negocios, así como por un descenso del apoyo social y la generosidad. El informe de la ONU también destaca la importancia de la felicidad como componente clave en el desarrollo social y económico.

ías atrás vi de refilón una de esas encuestas que hacen las televisiones a pie de calle. Uno de los preguntados afirmaba que somos infelices porque trabajamos más que los europeos y cobramos menos. e nuevo, las falsas expectativas basadas en datos erróneos. En España los trabajadores pasan más horas en las empresas, pero la productividad es menor que en el resto de la UE. Se podrá estar de acuerdo o llamar fachas o casposos a quienes subrayan esto, pero las descalificaciones no cambian la realidad. Y en cuanto a los sueldos, si los comparamos con el coste de la vida, proporcionalmente tampoco estamos en desventaja. No es lo mismo cobrar 1.000 euros y pagar 400 de alquiler que cobrar 1.500 y pagar 800.

En definitiva, ¿tenía razón Abraham Lincoln cuando dijo que las personas son tan felices como deciden serlo, o la tenía Séneca cuando sentenció que a quien quiera ser feliz no debe importarle que lo crean tonto? La respuesta, como casi siempre, se la dejo a ustedes.

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