1.- No sólo le han concedido al hotel "Garoé" portuense el Summer Award 2013, de Thomson, un premio más que añadir a su larga lista, sino que la gobernanta del establecimiento, , se ha doctorado en decoración alternativa. Me explico. Elena, en colaboración con el personal del hotel y en sus ratos libres, fuera de horas de trabajo, ha decorado el establecimiento con productos desechables: libros viejos e inservibles, platos, cucharas de plástico, botellas que iban a ir a la basura, abetos diseñados y realizados con vasos de café del personal. Una maravilla. Pueden ir a verlo cuando quieran. Cándido Figueroa, director del hotel, está muy satisfecho con la labor de un personal que ha formado él mismo en su mayor parte y que prestigia la industria hotelera del Puerto de la Cruz. El "Garoé" es un hotel de cuatro estrellas, pero con servicios de cinco. Y los alemanes, principales clientes, están encantados de que la decoración navideña parta de estos productos, aprovechándolos al máximo.

2.- Bueno, si todo el mundo funcionara igual en el Puerto de la Cruz, otro gallo nos cantaría. Resulta que el Puerto está lleno de gente; los hoteles están ocupados por un turismo de mediana edad para arriba y las calles se ven animadas. Pero el comercio es un desastre. No hay sino loros de telas de colores, apenas existe la moda, las tiendas son antediluvianas, la crisis comercial es patente. Por eso la gente compra poco, porque no se les ofrece calidad. El Puerto es una maravilla, pero no hay calidad comercial. Por eso no progresa. Y los fines de semana la afluencia de gente es tremenda; incluso sin ocio programado.

3.- Si todos tuvieran el entusiasmo de los empleados del hotel "Garoé" las cosas cambiarían. Cito otro establecimiento muy premiado, como es el hotel "Tigaiga". De casta le viene al galgo. Este hotel es producto de tres generaciones de estupendos hoteleros, la familia Talg, que ha vivido para el turismo desde hace casi un siglo. Desde el viejo don Enrique Talg Schultz, a su hijo, Enrique Talg Wyss, y su nieto del mismo nombre y sus hermanas. Son un ejemplo de supervivencia, pero de la buena, de la supervivencia de calidad, generación tras generación. Este es el Puerto de la Cruz que nos hace falta, el de la calidad, el de las fórmulas imaginativas, no el de la biblioteca que no se abre y el cutrerío en la calle. Ese no.

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