Nos desayunamos ayer con la noticia de que la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha desestimado la demanda civil interpuesta por Paulino Rivero -necio político que preside el Gobierno de Canarias- contra nuestra Editorial Leoncio Rodríguez y el editor de EL DÍA. Como saben nuestros lectores, Rivero demandó a José Rodríguez al considerar que los editoriales de este periódico habían vulnerado su derecho al honor, cuando lo único que hemos hecho ha sido realizar una crítica política. Una crítica dura, indudablemente, porque la situación en la que se encuentra Canarias por culpa del colonialismo y de la ineptitud del señor Rivero impide que nos andemos con medias tintas, pero en ningún caso un ataque a su persona ni a su vida privada.

Ampliaremos en nuestro editorial de mañana esta decisión de los tribunales, importantísima desde el punto de vista de preservar la libertad de expresión. Libertad de crítica que constituye uno de los pilares básicos de cualquier democracia. o obstante, queremos adelantar hoy unas breves consideraciones escritas a vuelapluma porque esta sentencia deja en nada otra dictada el año pasado, por este mismo caso, contra el editor y director de EL DÍA, en la cual José Rodríguez fue condenado a pagar 60.000 euros de indemnización al mencionado presidente regional. Ahora los jueces han entendido que solo nos limitamos a ejercer nuestro derecho a la crítica política.

Se trata de una sentencia muy distinta a la dictada en su día por tres magistradas también de la Audiencia Provincial que autorizaron a un maricón tatarita y chulón capicúa, sostenido por una jueza denunciada a su vez por presunta prevaricación -en Las Palmas ya conocen a este individuo como el mantenido del Camino a los Pérez-, al revocar otra sentencia de un juez justísimo que puso fin a un continuo escarnecimiento del editor de EL DÍA por parte de este amancebado. Más bien un intento de tomarle el pelo, pues el tatarita aludido hace tiempo que carece de credibilidad.

En definitiva, una justa sentencia judicial a la torpe actitud de un necio político que intenta tapar con falaces denuncias en los juzgados sin falta de talante democrático, pues no es demócrata quien no acepta las críticas que se le hacen en su faceta de gobernante. Coalición Canaria no puede consentir que este político atrevido e ignorante siga actuando con tanta temeridad. Su incultura política y el mal asesoramiento de su camarilla lo están llevando por muy mal camino. Lo peor es que son los canarios quienes sufren su nefastísima gestión. Mucho nos tememos que ya ha estropeado tanto a estas Islas, que no hay recuperación posible para ellas. Al menos no la hay mientras siga el colonialismo y mientras su partido no se lo quite de encima.

Paulino Rivero es un inmoral político que acude a los tribunales para callar a la prensa que no puede comprar. ¿Qué va a decir ahora el chulón capicúa de Las Palmas? También debería tomar nota de esta sentencia una magistrada de la tercera isla que el pasado lunes, durante una vista oral, quiso imponerle una prevaricación a una jueza justísima, forzándola a que la dejara hablar después de que lo hiciera el acusado. La jueza, por supuesto, se negó a esta desvergonzada pretensión.

Con respecto a otros asuntos del día, no entramos en si Rivero pudo cometer un delito de prevaricación cuando era alcalde de El Sauzal. Sobre la decisión del Cabildo de Tenerife de reducir tasas e impuestos a las empresas decimos que nos parece bien. Es una buena noticia, pero se trata de una medida insuficiente. Las empresas no podrán salir adelante mientras no se modifique la obsoleta legislación laboral que padecemos.

Para concluir, transcribimos unas líneas del magnífico artículo publicado ayer en EL DÍA por nuestro apreciado colaborador Francisco José Santos Miñón: "Quiero una vez más hacer hincapié en mi carácter apolítico, aunque tenga mis preferencias y que lo que suelo votar es siempre lo que creo que es mejor para nuestro país, antes llamado España y para los ciudadanos. En este sentido y después de los casi cuarenta años de democracia, así con minúsculas, creo que iba siendo hora de cambiar algunas cosas, por ejemplo: la Ley Electoral, en que la elección del candidato sea por sus futuros electores, no por el partido, para evitar a ser posible la partitocracia en que estamos inmersos y que obliga en muchos casos a los representantes del pueblo a votar en contra de sus creencias y obligaciones, con riesgo de ser multados o incluso expulsados, cuando únicamente en muchos casos es su única fuente de ingresos, especialmente en esta dura situación laboral con un 25 o 30% de paro".

Totalmente de acuerdo. Todo eso se acaba, lo hemos dicho mil veces, con listas abiertas.