Suele decirse que los hombres, cuando nos hacemos viejos (no sé si también se afirma lo mismo de las mujeres) solo hablamos del pasado y que nos importa un pimiento el porvenir. No deja de ser una opinión, aunque a mí se me antoja fuera de la realidad. De todos modos, es cierto que me apasiona rememorar cosas pasadas, si fueron buenas, aunque haya quien diga que estoy perdidamente enamorado del ayer. No tienen razón.

Y es que no debe extrañar a nadie que yo, con 84 años cumplidos, eche de vez en cuando la mirada atrás y añore ciertas cosas. Es, tal vez, una manía. Pero una manía como otra cualquiera. Y nadie está libre de ellas.

Si hoy escribo sobre estas cosas es porque acabo de encontrar un libro que escribí en 1980. O sea, que han transcurrido 33 años desde entonces. Casi 34. En estos últimos años he escrito 34 libros. Sí, han leído ustedes bien: he escrito y publicado 34 libros; de ellos, 31 hablan de Garachico (no podía ser de otra manera). Los otros tres tratan temas de Los Silos y El Tanque. (Este último, con dos ediciones). Atrevido que es uno. El que he encontrado hoy se titula "La Villa y Puerto de Garachico, Medalla de Oro de las Bellas Artes". Y al releerlo ahora me he asustado. Quiero decir que me he asustado positivamente, porque he podido leer en él la enorme cantidad de actos culturales que celebraba la Villa durante la alcaldía de Lorenzo Dorta, de quien fui, durante unos años, su concejal de cultura. (Conste que no quiero apuntarme tantos; la labor era de Lorenzo Dorta).

Las llamadas "Jornada Culturales el Archipiélago" comenzaron celebrándose en Garachico y Agaete. Luego pasaron a las demás Islas. Iniciaron su andadura en 1971 y tuvieron resonancia nacional. Y no digo internacional porque temo que me llamen ustedes presuntuoso, inmodesto, engolado, ufano, presumido, arrogante, orondo, sapiente y cosillas así. De todos modos, no podemos ignorar la presencia en tales jornadas de personajes de la talla de Rafael Caldera, Renny Ottolina, Guillermo Morón, Adolfo Salvi y otros prestigiosos personajes venezolanos, que tuvieron que atravesar el mar para llegar hasta nosotros solo por motivaciones de arte y cultura. (Creo que no atravesaron el mar sino las nubes, no recuerdo bien) .En cuanto a los que se nos acercaron desde la Península no será necesario, al menos hoy, recordar tantos nombres de escritores, escultores, pintores, actores, conferenciantes, políticos, científicos... que nos dejaron su arte o su saber. Los citaré en su momento. Pero me atrevo a adelantarles hoy los nombres de las personas que, en el castillo de San Miguel, tomaron parte en las Primeras Jornadas: don Enrique Romeu Palazuelos (la Gomera), don Roberto Roldán Verdejo (Fuerteventura), don José Padrón Machín (El Hierro), don Guillermo Topham (Lanzarote), don Felipe Lorenzo (La Palma), don Alfonso Armas Ayala (Gran Canaria) y don Luis Diego Cuscoy (Tenerife). Buen equipo, ¿verdad?

No amplío datos hoy porque quiero aprovechar los pocos renglones que aún he de rellenar con mis palabras de los sábados para mostrar la gran satisfacción que me produce ver la labor que desarrolla actualmente a favor del pueblo el joven David Baute, acompañado de un grupo de amigos, y que llevan a buen puerto el mundillo cultural del municipio, a base de conferencias, representaciones teatrales, conciertos y festivales variados aunque, (lastimosamente he de decirlo), apenas si tienen cobertura en la prensa diaria. Al menos con la extensión que el caso merece. Importa mucho que tal ambiente no decaiga, que continúe con el paso del tiempo. Las labores esporádicas se olvidan fácilmente. ¡Si lo sabré yo...! Celebro, pues, el trabajo de estos jóvenes. Y ya les contaré próximamente cosas de las Jornadas Culturales que dejo mencionadas. Unos actos que tuvieron escenario en nuestro pueblo cuando David solo tenía 3 años de edad.