Nada más llegar a la biblioteca municipal de Garachico la segunda edición del libro "Vida del venerable siervo de Dios fray Juan de Jesús", salido de la pluma del escritor barroco Fray Andrés de Abréu, pedí permiso a la bibliotecaria para traérmelo a casa. Es posible que tarde mucho en leerlo porque tratándose de un facsímil de la primera edición (1701), con su tipografía tan especial en estos casos, y por estar yo en los 84 años, me pierdo en sus páginas sin quererlo. Pero quiero intentarlo. Los que sí he leído ya, casi de golpe y con la mayor satisfacción, son los trabajos preliminares, donde Domingo Martínez de la Peña, Laura Izquierdo Guzmán y Miguel Ángel Hernández González han puesto toda su cultura, su estilo, su apasionado amor por el Siervo de Dios. Con los tres he mantenido y sigo manteniendo una sincera amistad y veo que han trabajado mucho y bien. El resultado está a la vista. Han sabido llevarnos de mano por toda la biografía de un hombre al que muchos quieren beatificar, mientras yo, que soy un inconformista, quiero, además, llevarlo a los altares. Sus sufrimientos constantes, su humildad admirable y su amor a Cristo, a quien siempre tuvo como único modelo, me llevan a rezar por su canonización. A mi manera y con humildad he ayudado algo con fotografías de otra época a esta publicación tan entrañable. Y algún poema mío sobre el asunto debe andar por ahí. (Yo no sé decir debe de andar, sino debe andar).

La labor de redacción ha sido perfecta, como corresponde a catedráticos universitarios, alguno ya jubilado, Y, sin embargo, pese a su esfuerzo y sumo cuidado en el trabajo, no han podido evitar que se les deslizaran en la página XX dos erratas, de esas que duelen. Observe el lector que he escrito erratas, no errores. Para mí, errores y erratas no son palabras sinónimas. No sé lo que opina la Academia a tal fin, pero... la errata me parece más cercana al editor y el error más próximo a quien escribe. Copio para ustedes la frase aludida: "Se actualiza los nombres para facilitar la conducta y se utiliza tres variantes para...".

Se nota al instante que las dos oraciones son pasivas reflejas y aquí aparecen como impersonales. Los verbos actualizar y utilizar deben ir en plural. No sé si mis tres amigos -dos de ellos son especialistas en Lengua Española- habrán detectado la doble errata. Supongo que sí. Y les habrán dolido en el alma. A mí me ocurre, por lo menos. Pero así ocurren las cosas algunas veces. Te preocupas, tienes el mayor cuidado y cuando te das cuenta... ¡zas! Errata o error al canto. En unos versos recientes escribí que troque los sinsabores, en lugar de escribir que trueque. Ya ven ustedes.

Pero todo esto, queridos amigos, es peccata minuta (me parece que se escribe así). Lo que vale es el enorme y brillantísimo trabajo que ustedes han ofrecido al Siervo de Dios, de quien sé que, además de nacer en Icod, vivió y trabajó en Garachico, donde recibió un trato sumamente cruel por parte de su jefe de taller, a pesar de que tal jefe era pariente suyo. El Siervo de Dios lo soportó todo estoicamente y solo por ello (aunque sé que hay muchas otras virtudes en su ejemplarizante vida) merece la canonización. Los castigos no los repito aquí porque me dan repugnancia. Se puede ser exigente, duro, amenazante, pero lo sufrido por fray Juan de Jesús pasa y sobrepasa el campo de lo normal.

Estoy aún en los primeros capítulos y voy a hacer el intento de llegar al final de la lectura del facsímil. De todos modos, no estoy muy seguro de llegar a ese final. Yo no tengo la constancia ni la paciencia del Siervo de Dios aunque me gustaría tenerlas.

¡Que el Siervo de Dios me ayude!