En mi artículo anterior dejé sin citar los grupos de teatro de Santa Cruz, La Laguna, Icod, Los Silos, La Orotava... que pasaron por Garachico. No voy a recordarlos todos, pero sí los nombres de algunos actores y directores: José H. Chela, Benjamín Afonso (Jr), Eduardo Camacho, Eduardo Espinosa de los Monteros, Francis del Rosario, Pilar Rey, Antonio Abdo, Ernesto Rodríguez Abad, Paco Álvarez Galván, Fernando H. Guzmán..., varios de ellos ya fallecidos. Recuerdo también al director catalán de "Els Joglars", el conocidísimo Albert Boadella, quien ofreció una conferencia en el castillo. Y recuerdo a la bailarina venezolana Gladys Alemán, y al grupo de Danza "Myrji", un trío de bailarines rumanos y franceses, que actuaron -asómbrense- en la azotea del castillo porque se empeñaron en hacerlo allí.

Cité, en su momento, a la actriz de cine, teatro y televisión Mary Paz Ballesteros, quien, nada más llegar a Garachico, se empeñó en ir al Roque y subir hasta la cúspide. Tengo la fotografía de Mary Paz junto a la cruz. Y Mary Paz no era católica. Era, además, sumamente izquierdista. Una de las tres veces que estuvo en Garachico nos ofreció un recital, acompañada a la guitarra por Javier Sahún, y cuyo título dejaba entrever un indudable matiz político: "Poetas que ayudaron a resistir", con versos de León Felipe, Federico García Lorca, Blas de Otero, Alberti, Miguel Hernández... todos antirrégimen, a pesar de lo cual la actriz recorrió la Península con su hermoso recital, recibido en Garachico con gran entusiasmo. No sé si saben ustedes que Mary Paz estaba casada con Vicente Sáinz de la Peña, un político que estuvo implicado en el feo asunto que se conoció como los crímenes de la Calle del Correo de Madrid. Con nosotros fue, sin embargo, un amigo afable, cariñoso, amante del arte escénico... Pero dejemos lo político para seguir con lo cultural.

Del amigo silense Ernesto Rodríguez Abad puedo decir que nos ofreció con su grupo "Guirigay" la obra "La zapatera prodigiosa", de Lorca, y "Escenas de humo", sobre poemas de Gutiérrez Albelo. Y deseo contar una anécdota triste, pero inevitable. La presencia en Garachico del actor Andrés Mejuto coincidió con el fallecimiento de don José María Pemán, autor de la obra que tal actor representaba: "Los tres etcéteras de don Simón". Pedí permiso y subí al escenario, antes del comienzo del espectáculo teatral, para leer unas cuartillas sobre el dramaturgo gaditano. Otra vez me sacó al escenario Enrique Guitart en "Las manos de Eurídice", para que le ayudara en la lectura de una carta. La obra era un monólogo (creo que el autor de la obra se apellidaba Bloch). El actor llevaba las distintas escenas a la perfección, a pesar de que permanecía en el escenario completamente solo, con la ayuda, algunas veces, de un simple teléfono, y la llenaba durante hora y media. Y nadie se aburrió.

Reconozco que me he pasado mucho tiempo hablando de teatro. Aún no he citado los actos musicales, ni los políticos, ni los de danza, ni los de música de piano, violoncelo, arpa, órgano, guitarra... pero lo haré otro día porque el espacio que me resta para llegar al final del folio no me permite abarcar tanto. Y no es cosa de fraccionar lo que debe ser considerado como una unidad indivisible. Ni mezclar los pepinos con las calabazas. Así lo creo yo, al menos. Sí diré que evitábamos el cansancio de los espectadores, los cuales pasaban del Castillo de San Miguel al convento franciscano y de allí al de monjas concepcionistas, según la materia que se trataba en cada jornada, Unas jornadas que suponían un tremendo trajín para Lorenzo Dorta, quien utilizaba su amistad con don Ernesto Castro Fariña y don Eutropio Rodríguez de la Sierra, en Madrid, y la de Quico Gutiérrez, en Caracas, para enriquecer los actos que se programaban y que les seguiré contando en el próximo artículo, si Dios quiere.