Aconteció un tiempo que la mujer reafirmó su identidad como persona con derechos superando unos deberes que le habían impuesto culturalmente por dogmatismos trasnochados, devaluándola y considerándola como un ente cuasi amorfo donde lo prioritario era la maternidad y ser servil a los condicionantes de una sociedad enteramente machista. Y esta nueva concepción de la esfera femenina se puso de manifiesto cuando comenzó a comercializarse la píldora anticonceptiva descubierta por Carl Djerassi, de origen austriaco, que se refugió en EEUU y que juntamente con los mexicanos Luis Miramontes y George Rosengkranz estudiaron un compuesto hormonal más resistente que la hormona natural que neutralizaba el efecto de las generadas por el cuerpo de la mujer.

Este descubrimiento fue una revolución que desencadenó una gran polémica, sobre todo, en instituciones como la Iglesia, que veía cuestionado uno de sus fundamentos sobre la familia y el rol de la mujer, así como a movimientos contrarios que pretendían que la mujer siguiera viviendo poco más o menos como en la época feudal.

La mujer comenzó a recobrar su libertad con esta nueva situación de poder controlar su sexualidad y embarazos inoportunos, que hizo que ante la constelación sexual se impusiera un nuevo marchamo que naturalizó sus interrelaciones y que predispuso a la mejor empresa que podía optar la mujer, caminar hacia el igualitarismo tras del hombre.

Hoy la mujer liberada de esa carga que comprometía su futuro más emancipatorio ha encontrado su sitio, y desde la empresa hasta el mundo profesional está dando muestras de su enorme capacidad en esos ámbitos anteriormente mediatizados por ese rol ancestral y que hacía de baluarte para sus incorporación al desarrollo de una sociedad concreta.

La píldora anticonceptiva fue pionera de alumbrar un nuevo espacio para la mujer, dejó atrás sometimientos culturales y hábitos impuestos por normas, y cuando el inventor de la píldora anticonceptiva, después de tanto esfuerzo para alumbrar nuevas condiciones sobre la mujer ha dejado de existir a sus 91 años, el reconocimiento femenino debe ser universal.

Nos recuerda la antropología cultural que el primer Gobierno que existió en el mundo fue dirigido por las amazonas con cuerpo integral de mujer, o sea, que fue la mujer la que primeramente diseñó los ritmos de la vida y los espacios de la convivencia hasta que su influencia se diluyó por la violencia de las guerras y la imposición de aquellos que se consideraban más fuertes e imperiales.

Hoy no es que se vuelva a ese mundo dirigido por mujeres, pero sí habrá que entender al ser humano como un compendio de conocimientos donde la diferenciación sexual debe desaparcer por imperativo propiamente universal y por las capacidades que no tienen nada que ver con la tipología sexual.