Gillian Lynne es una bailarina inglesa, autora de las coreografías de grandes musicales como "Cats" y "El fantasma de la ópera". En una interesante charla TED impartida por Ken Robinson, he podido escuchar la curiosísima forma en la que sus padres descubrieron su talento. Eran los años treinta. Resulta que Gillian, con ocho años, era un desastre en la escuela y sus padres recibieron una carta en la que expresaban que la niña, probablemente, tenía un trastorno de aprendizaje. No se podía concentrar y se movía de forma nerviosa. Según Robinson, hoy seguramente le habrían diagnosticado un "trastorno por déficit de atención con hiperactividad".

El caso es que su madre la llevó a un especialista. Cuando estaban en la consulta, sentaron a la niña al fondo de la sala y allí estuvo unos veinte minutos. Según relató la propia Gillian, los adultos comenzaron a hablar de todos los problemas que la cría tenía en el colegio: molestaba a los compañeros, no hacía la tarea a tiempo... En un momento dado, el médico le explicó que tenía que hablar con su madre, fuera, en privado, y le pidió que esperase en la sala. Pero antes de salir, encendió una radio que tenía encima de su mesa. Cuando ambos estuvieron fuera, observaron que la niña empezó a moverse siguiendo la música. Entonces, el doctor se dirigió a la madre y le dijo: "Señora Lynne, Gillian no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza".

Ken Robinson es un educador inglés, doctor por la Universidad de Londres, asesor del Gobierno británico y de otros países en materia educativa. Y es un líder internacionalmente reconocido en creatividad, innovación y recursos humanos, en la educación y en los negocios. Su charla TED titulada "Las escuelas matan la creatividad", ha sido vista más de 31 millones de veces, puedes ver la cifra exacta en la web de TED. Y si te interesa, también está en youtube subtitulado en español.

Robinson cuenta cómo a consecuencia de un "sistema educativo inventado a la medida de las necesidades de la industrialización, las artes quedaron relegadas en el currículum académico y en la cima se colocaron las materias más útiles para el trabajo". De ahí, explica, que la gente que se inclinaba por la música, la danza o la pintura fue redirigida a las asignaturas tradicionales que aseguraban un empleo. Según dice, "la habilidad académica ha llegado a dominar nuestra visión de la inteligencia", y la consecuencia es que "muchas personas brillantes y creativas, creen que no lo son, porque en lo que eran buenos en la escuela no fue valorado o fue estigmatizado". El conferenciante propone un cambio de paradigma educativo en el que "la creatividad sea tan importante como la alfabetización" y cree que hay que concederles "el mismo estatus". Habla del "don de la creatividad" y nos invita a "ver nuestras capacidades creativas como la riqueza que son".

Esta propuesta me resulta muy acorde con estos tiempos. La "inflación académica" ya no garantiza un puesto de trabajo, y el concepto tradicional de inteligencia está siendo sustituido por las inteligencias múltiples y las competencias sociales y emocionales, cuya raíz entronca con la fabulosa capacidad de crear.

Gillian Lynne tuvo la suerte de encontrar adultos que no solo no reprimieron su necesidad, su creatividad, sino que la impulsaron y contribuyeron a que pudiera desarrollarla.

Soy de la opinión de que todos, desde que nos pare nuestra madre, somos seres creativos. Y que esa creatividad, que se puede manifestar de formas muy diversas, debemos reclamarla, reivindicarla y reintegrarla, si es que la extraviamos en algún momento del camino.

@rociocelisr / cuentasconmipalabra.com