En 1938 se aprobó, ya con el Frente Popular francés, el estatuto de los trabajadores de aquel país. Simone Weil dedicó a los sindicatos y condiciones de trabajo mucho interés, al punto de que además de tratarlo en otros libros lo hizo en uno específico: "La condición obrera".

Simone Weil alcanzó la más elevada titulación de Filosofía en Francia, ya que culminó sus estudios en la elitista Ecole Normale Superier. Más tarde dejaría su puesto de profesora para ir a trabajar durante un año a una fábrica como troqueladora y también en el campo. Leyendo sus páginas sobre sindicalismo, fábricas, condiciones penosas de trabajo, reglamentaciones, capataces..., se tiene la impresión de que se está viviendo la revolución industrial.

Simone Weil no deja de hacer consideraciones prácticas parar mejorar los sistemas y ritmos de producción, y para tratar de entronizar el espíritu en las relaciones laborales no solo que no se diluya bajo ellas, sino que lo aliente. Por tanto, teoriza sobre sindicalismo. Su interés es tan teórico como pragmático y reformista. Aparte de su altura teórica y filosófica, Weil asombra por el conocimiento técnico y operativo que tiene de la maquinaria, los ritmos y cadencias de producción, rotaciones, esfuerzo físico, descanso. Incluso en su libro "La condición obrera" hay un glosario de términos técnicos de fabricación.

Pretendió sorprendentemente introducir la espiritualidad en el trabajo. Marx postuló un reino de justicia terrenal, en el que quedaba desahuciado el espíritu por meras categorías socioeconómicas.

En el actual modo y relaciones de producción podemos observar un entronque ya extenuado con aquel mundo industrial. Si es posible la retrospectiva y hasta la melancolía, resulta imposible proyectar al futuro todo ese mundo marchito (industria y sindicalismo).

Simone Weil ya había anunciado la muerte del sindicalismo cuando aún vivía la plenitud de su madurez. "El sindicalismo no posee ningún derecho divino a prolongar su existencia: igual que empezó puede terminar. Diré más: tal vez no esté lejos el tiempo en que esta cuestión no tenga más interés que el académico, porque el sindicalismo habrá muerto de muerte natural. Tal vez nuestra época sea, entre otras, la época de la muerte del sindicalismo".

Qué diría ahora con el nuevo paradigma, la globalización y una sociedad sin clases. Simone Weil fallecería en Londres en 1943, sin que le permitiesen penetrar en Francia para luchar con la Resistencia al nazismo. Pero ya antes había estado combatiendo en la guerra de España con los anarquistas. Como George Orwell, que lo hizo con el POUM.