Sobre amor y humor todos hemos oído, leído y pensado en numerosas ocasiones. Sin embargo nunca detuve mi atención sobre el cansancio, hasta que leí la afirmación de Christian Bobin: "El cansancio es una de las cosas del mundo más interesante en que pensar. Es como la mentira, los celos o el miedo". Y para decirlo todo, con mirada superficial, consideraba el cansancio como algo físico que se solucionaba con el descanso. Nada más.

"De golpe en la vida el cansancio llama a dos puertas sagradas: la del amor y la del sueño. El cansancio es la barbarie del sueño en el amor", asegura Bobin. Advierte de que el cansancio llegará repenti-namente y, o bien el amor lo vence o será él quien triunfe en forma de desamor. Y también señala: "¿Cómo se reconoce a la gente cansada? En que hacen cosas sin parar. En que hacen imposible que entre en ellos un descanso, un silencio, un amor". Porque, curiosamente, el comienzo de este tipo de desamor no se suele acompañar de pasividad, y con frecuencia adopta la forma de una actividad desenfrenada: hacer muchas cosas para esconder una cierta incomodidad o, incluso, para no sentir las primeras llamas de cierta tristeza interior. De nuevo el genial pensador francés señala que "la gente cansada hace negocios, construye casas, se ocupa de carreras. Hacen todas esas cosas para huir del cansancio, y es al huir de él cuando se le someten".

Para abordar este problema, tomo algunas ideas del psiquiatra español Enrique Rojas, uno de los intelectuales que más ha escrito sobre amor y desamor. Para él resulta fundamental lo que denomina amor inteligente, que es el que posee tres notas básicas: corazón, cabeza y espiritualidad. Junto a esto, el eros debe nutrirse de pequeñeces, porque lo cotidiano nunca es banal ni insignificante y el mejor amor se echa a perder si no se cuida a base de pequeños detalles.

Pero el cariño también se alimenta del buen humor, que no depende tanto de la edad física cuanto de la importancia que le concedamos. El doctor Rojas con la seguridad de su gran experiencia profesional, sentencia: "El amor inteligente nos mantiene jóvenes. La juventud no es un periodo de la vida, sino una actitud, un talante interior, que se fundamenta en la victoria sobre uno mismo en las cosas pequeñas del día a día. No se hace uno viejo por haber vivido muchos años, sino por haber defraudado sus ideales. Eres tan joven como tus ilusiones y tan viejo como tu apatía y tu falta de entusiasmo.

Tal vez una de las tareas decisivas de nuestra existencia sea la de educar el propio corazón durante toda la vida. Y limpiarlo de esa pátina que puede terminar en un acostumbramiento desmotivador, en la rutina por cansancio. En consecuencia, resulta crucial cultivar el humor de modo habitual. ¿Han visto ustedes alguna pareja de enamorados que no se estén riendo continuamente? Pues también funciona la propiedad transitiva: quien derrama buen humor fortalece sus relaciones de afecto. Y educa bien a sus hijos.

El buen humor es la pizca de sal que sazona todos los alimentos del cariño. Sin él, la vida pierde sabor y nos asalta el cansancio. Tal vez un ideal para la existencia sea vivir el amor con humor para superar el cansancio. Así de sencillo.

Lo expresa bien el poeta español contemporáneo Fernando López de Artieta en un poema en el que juega con el famoso título, "La destrucción o el amor", de Vicente Aleixandre: "A mí también me duelen los fracasos, / los recuerdos, las muelas, las muchachas, / la tele, los domingos, los exámenes, / tener que madrugar, irme a la cama... pero nada / de hacer quejas inútiles, que tengo / una ciega ilusión esta mañana / de reírme de esto y de lo otro... / A mí también, solo el humor me salva".

@ivanciusL