Entre febrero y marzo, un resfriado movió un alto consumo de información "made in USA" con el indeseado titular del fanfarrón planetario. Mientras echaba exabruptos, le descubrían cientos de mentiras y proliferaban las marchas en su contra, Donald Trump se coló en los Oscars como un toque de humor negro al error de los equipos de "La La Land" y "Moonlight", relevándose en la celebración de la Mejor Película. Pero nada tapó la elegancia del presentador Jimmy Kimmel, que pidió para "la sobrevalorada" Meryl Streep (1947) el aplauso más sonoro de la noche. Se honró a una estrella indiscutible -veinte nominaciones y tres estatuillas, treinta premios nacionales e internacionales y reconocimientos culturales y políticos en el mundo- y, además, se afeó la ácida alusión del inquilino de la Casa Blanca tras la ceremonia de los Globos de Oro, donde la actriz criticó, sin citarlo, la xenofobia, la misoginia, la intolerancia y los excesos verbales.

A los dos días, y casi como una respuesta, el ario americano de los cabellos de oro anunció un incremento de cincuenta y cuatro mil millones de dólares en defensa "para empezar a ganar guerras". La subida sale de un recorte general con las mayores cuotas en el gasto social y la ayuda exterior. Protestaron los demócratas, los sindicatos, los medios de comunicación y el mundo de las letras y las artes, pero el capital conservador animó Wall Street y el nacionalismo rancio hinchó el pecho al modo de su presuntuoso líder.

Por azar o, acaso, por el compromiso y sagacidad, una cadena emitió en horario nocturno "Leones por corderos" (2007), la séptima película dirigida por Robert Redford que, también, encarnó a un idealista profesor, y con Meryl Streep en el papel de una periodista que reveló los manejos de un senador y aspirante a la presidencia (Tom Cruise), con más talento y mejor facha y estilo que el estrambótico mandatario, que usó la invasión de Afganistán para mover los peores sentimientos de los reaccionarios que acuden al pretexto de la patria amenazada para desviar la atención de la realidad y los problemas propios. En este film -limpia y osada crítica al belicismo- la actriz, como en la vida y el trabajo diarios, como siempre, denunció la violencia y la impostura.