Gran sorpresa y desconcierto sentí en la noche del día 5 de los corrientes cuando, escuchando el informativo de Urdaci en 13tv, vine a enterarme de que el jefe de Podemos, que se llamaba Pablo Manuel Iglesias, pasaba a llamarse Pablo Iglesias. Se había quitado el segundo nombre, Manuel; supongo que habiendo pasado por el Registro Civil a tal efecto.

El desconcierto que me sobrevino lo era por si acaso yo hubiera tenido algún grado de inducción a tal hecho. Y es que en esta columna, el pasado día 25 de marzo decía: "No acierto a comprender de dónde le viene el furibundo anticatolicismo a don Pablo Manuel Iglesias, siendo que llamarse así contiene todas las excelencias del catolicismo: Pablo, uno de los apóstoles de Jesucristo; Manuel, que deviene de Emmanuel, y que como relataba San Mateo en el Evangelio, el profeta dijo: He aquí que la virgen se empreñará en su vientre, y parirá un hijo, y le llamarán de nombre Emmanuel, lo que traducido es Dios con nosotros: Iglesias, plural de Iglesia: Conjunto de clero y pueblo de un país donde el cristianismo tiene adeptos".

Pues bien, quitándose el "Manuel" (no sé si lo habrá consultado con sus progenitores) se ha quitado de encima el estigma que debía suponerle el "Dios con nosotros". Era demasiado peso para su controvertida personalidad. El apellido, Iglesias, no lo ha tocado porque, a su significado, él debe considerarlo como "clero secular", que es "el que no hace votos de pobreza, obediencia y castidad".

Lo que al fin ha conseguido, que debe ser lo que desde sus primeros momentos políticos quería, es portar y presumir del nombre de aquel tipógrafo que, junto con un reducido grupo de compañeros del gremio, fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el año de 1879, y unos pocos años después la Unión General de Trabajadores (UGT): don Pablo Iglesias.

A esas dos organizaciones dediqué con entusiasmo y rigor parte de mi vida. Y sólo a ellas. Y, en alguna manera, me duelen los avatares por los que una y otra han pasado con posterioridad (ERE y cursos de formación, UGT) y el "destrozo" en que ha devenido el que fuera un importante partido (PSOE).

Por mi tranquilidad anímica, espero y deseo no haber tenido ninguna influencia en la desaparición del Manuel, en tanto que nombre de pila, o no, del jefe de Podemos.