En su residencia suiza y aquejado de cáncer, falleció el actor Roger Moore, un icono del siglo XX que, en su adolescencia, trabajó como dibujante de historietas y modelo fotográfico. Entró en una escuela de interpretación y, gracias a su buena planta, se enganchó en las compañías profesionales de teatro clásico, en los rodajes en el Reino Unido y en las series de aventuras que entraron en la programación y las exportaciones de la BBC. Entre 1962 y 1969 -y con "El Santo", ladrón de ricos y benefactor de pobres- dio un salto de calidad y coprotagonizó con Tony Curtis dos docenas de episodios de "Los persuadores", en los que dieron cuerpo a dos cínicos filántropos al margen de la Ley.

Ante su muerte, sus hijos destacaron su "amor al trabajo hasta el último suspiro y su elegancia y talento, que le hicieron un ser especial para gentes de todo el mundo". Por su parte, la prensa especializada recorrió su exitosa filmografía de sesenta títulos, desde su debut en 1945 con "Perfect Strangers", hasta su adiós en 2011 con "Christmas at Castlebury Hall". En su carrera se incluyen papeles de atildado veinteañero, tras la II Guerra Mundial, la etapa áurea entre 1973 y 1985, en la que interpretó al héroe secreto "al servicio de Su Graciosa Majestad" y, en las últimas décadas, con trabajos a medida y cameos bien pagados por su popularidad planetaria.

En 1971, Sean Connery renunció al papel de James Bond y le sustituyó Moore, que reconvirtió al agente "con licencia para matar" en un dandy frío que no perdió su pulso en los momentos de tensión ni se despeinó en las secuencias de violencia extrema. Entre los cuarenta y seis y los cincuenta y ocho años, abrió los repartos de siete producciones de gran rentabilidad taquillera y ganó "los mayores títulos y consideraciones que le pueden llegar a un actor". Embajador de buena voluntad de la Unicef, caballero del Imperio Británico desde 2003 y comendador de la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa, sir Roger Moore declaró que el personaje creado por Iam Fleming y sus apasionantes aventuras durante la Guerra Fría, entre traiciones y lances de amor y lujo, "fueron en cualquier caso más leves e inocentes que los oscuros episodios, aún por desclasificar, de la política de bloques que padeció el mundo después de 1945".