Varias consultas psiquiátricas vienen acogiendo últimamente a políticos del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife con los mismos síntomas: pesadillas. A pesar de que todos han bregado demasiado en el arte de gestionar en diferente instituciones o en distintos ámbitos que mucho tienen en común con los echaderos, se muestran desquiciados ante un problema que se les presenta a diario y no saben cómo quitárselo del magín ni cómo olvidarlo para siempre. Han recurrido a la historia de la farmacología y algunos han demandado los estudios de Freud sin, por supuesto, resultado alguno. Y es que los concejales chicharreros, de ayer y de hoy, presentan, a la hora de iniciar la jornada laboral (es un decir), auténticos síntomas de ansiedad y miedo por si la Justicia los invite a pasarse por el edificio de Cabo Llanos para responder a preguntas de jueces, magistrados o fiscales sobre un tema que lleva revoloteando sobre la Casa de los Dragos demasiado tiempo. Aunque el asunto va por vías de resoluciones tras recorrer durante años y años extraños vericuetos, los ediles municipales (también los de la oposición porque forman gobierno) no logran despertarse relajados y corren despavoridos a los periódicos por si, desde que llegaron por la noche a sus casas, se han producido nuevos reveses en el tema que los acongoja.

Algunos cargan con la misma pesadilla durante todo el tiempo. Otros, con la misma pesadilla, cargan durante todo el tiempo con la ansiedad. Todos, sin embargo, son incapaces de resolver aquello que los trae por el camino de la amargura y, por tanto, deciden ingresar, políticamente, en el mundo de echar balones fuera hasta que la Justicia se pronuncie definitivamente. Es decir, las actitudes personales conducen a situaciones impensables por los propios protagonistas y las expanden sobre colaboradores ingenuos, o no, que les sirven de apoyo a comportamientos chocantes.

Esas pesadillas han llegado a la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Santa Cruz, que, en un insólito despertar, aprobó la adhesión a la solicitud de "medidas cautelares de carácter real" planteada por el Ministerio Fiscal. Después de muchas dilaciones acordes con las pesadillas, se trata de recuperar la totalidad de los dineros que en concepto de responsabilidad civil reconoce la sentencia a favor del Ayuntamiento. Además, "el Pleno lamenta los efectos negativos evidentes que la operación y el largo proceso de Las Teresitas ha tenido en la playa y, por tanto, en la ciudad, y condena sin paliativos los hechos delictivos objeto de la sentencia dictada por los tribunales de Justicia". Claro que también se incluye un párrafo bastante significativo que trata de dejar abierta alguna puerta para que se diluyan algunos efectos negativos evidentes: "...sin perjuicio de los recursos que puedan presentarse en tanto la sentencia sea firme". Y es que se presentarán recursos de casación ante el Supremo.

Pero las ansiedades volvieron a turbar el sueño del alcalde y concejales: Salud Pública del Gobierno de Canarias cerró parcialmente un tramo de la playa de Las Teresitas por "contaminación bacteriana" (ya reabierto). Además, surgen ¡160! euros de una gaveta, deuda por un vado de la empresa que presentó la oferta más ventajosa para derribar el negocio de los aparcamientos denominado mamotreto, que paraliza el derribo del citado edificio porque, tal y como están las cosas, nadie se atreve a resolver este gracioso problema que impide, una vez más, que la playa y alrededores comiencen a andar. Y es genial esta contrariedad porque la empresa, que anuncia recurso, realiza varios contratos para Viviendas Municipales, compañía que pertenece al Ayuntamiento de la capital. De risa. Éramos pocos y parió la abuela. Las pesadillas han regresado al Consistorio. ¿Quién se atreve a condonar esa formidable deuda de 160 euros? En ninguna institución dejan de lado que pueda aparecer una acusación por custodia de documentos públicos, violación de secretos, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, fraude, negociaciones prohibidas, malversación, corrupción..., y un sinfín de delitos que forman parte de la citada ansiedad y miedo, esto es, de las pesadillas que sobrevuelan los distintos despachos municipales canarios.