La Laguna es un jardín/ con rosas del Paraíso/por algo las sembró Dios/ a los pies de San Benito. Extraída de un manojo, cuyos autores por sus nombres nos sorprenderían, he citado sólo la copla de la que fue autor Diego Palenzuela Pérez; aunque debo añadir algunos otros nombres que obtuvieron diplomas honoríficos, como Elvira Machado, Rafael Hardisson Pizarroso, Pedro Tarquis Rodríguez, Manuel Hernández Hernández y hasta el poeta palmero Félix Duarte. Le sigue un rosario más de nombres que no cito para no extenderme demasiado.

Esta afluencia de concursantes y escritores era el vivero folclórico central de la romería, junto a la elección de Romera Mayor, previo al recorrido procesional seguido por toda una multitud vestida a la usanza típica, que a su manera daba gracias al Santo por las cosechas obtenidas y tras unos rituales litúrgicos previos que conformaban -y lo siguen haciendo- la culminación de una efeméride tradicional que se remonta a muchas décadas atrás. La fiesta como tal, estimulaba la imaginación de los organizadores municipales y de la propia Hermandad de San Benito, para darle lustre y a su vez tratar de aportar, dentro de la precariedad económica, algunas novedades. Cabe destacar de ellas, la llamada Fiesta de la Copla, que se celebraba y se sigue haciendo hoy en el remodelado teatro Leal, donde locutores como Arturo Navarro Grau o Rafael López conducían con maestría el acto para conocimiento del público presente. Se premiaba, y se sigue haciendo, con la Espiga de Oro -cuyo primer ganador fue el sacerdote portuense Sebastián Padrón Acosta- a los copleros o poetas que aportaban sus versos, con la salvedad de un paréntesis extraordinario que fue la concesión de la Espiga Honorífica a Juan Pérez Delgado "Nijota", por su valiosa contribución al folclore canario, en el que destaca su conocida copla a la Virgen de Candelaria, la más morena, la que tiende su manto sobre la arena... También se premiaba a autores teatrales, como fue el caso de Elfidio Alonso por su obra "Tabaibas"; o, esta vez bajo el patrocinio de nuestra Universidad, a poetas reconocidos como Pedro García Cabrera, Fernando Garciarramos, Carlos Pinto Grote, Manuel Castañeda, Fernando G. Delgado y un ocasional Apuleyo Soto Pajares, ganador que fue también del primer premio del certamen "Julio Tovar". Pero no quedan aquí los nombres de los concursantes, sino que hay que señalar a los mantenedores, como el grancanario Juan Rodríguez Doreste o Manuel González de Aledo; o miembros del jurado como el pintor Martín González, el crítico de arte y poeta Francisco del Toro Ramos y el periodista y escritor, que yo conocí como redactor jefe de La Tarde, Ángel Acosta Hernández; todos bajo la presencia de la Romera Mayor, María del Carmen Laynez Cerdeña. En otra ocasión el público contó con asistencia de la recién nombrada "Mis España" María Rosa Pérez Gómez, seguidora décadas después de la estela de Alicia Navarro Cambronero, que hizo su entrada triunfal en el teatro ante la expectación y el aplauso del público presente.

Mucho ha sido y es el anecdotario tradicional de la romería de San Benito Abad, que como he dicho ponía a prueba la capacidad creativa de los organizadores, dados los tiempos de parca economía de entonces, que obligaba a solicitar automóviles de los concesionarios para ser rifados y sacar dinero para pagar los actos de las jornadas previas o centrales de la fiesta. Imaginemos por un momento lo que suponía entonces traer desde la isla herreña a la agrupación "Sabinosa", con doña Valentina al frente. Hoy, aunque no haya cambiado sustancialmente la liquidez local, sí se realiza un soberano esfuerzo para dar el merecido empaque a una fiesta que, por la ciudad de celebración, constituye una manifestación multitudinaria, sólo comparable con la homóloga orotavense de San Isidro. Una efeméride glosada desde entonces por el actual cronista oficial Eliseo Izquierdo Pérez, que experimentó sus inicios en la organización con la Hermandad de San Benito desde sus tiempos de bachiller. De él hemos leído y seguiremos leyendo los artículos salidos de su pluma, alusivos a una práctica que no debe decaer, sino que, acorde con los tiempos actuales, deberá aportar alguna innovación aunque sin obviar la fidelidad por las viejas costumbres de un pueblo que se niega a prescindir de sus raíces. Concluyo con una conocida copla de Ángel Álvarez Armas: Dos fiestas tiene mi tierra/ que no las tiene ninguna/ San Isidro en la Orotava, /San Benito en La Laguna.

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