Aunque no posea la destreza dialéctica de Jorge Valdano, creo que Fernando Clavijo sabía perfectamente lo que quería decir. Las críticas le han llovido tras sus palabras después de que terminase el minuto de silencio por el último asesinato machista: el de la canaria Ana Belén. El presidente se refirió a este tipo de asesinatos comentando que "no va a haber una solución mágica ni ningún protocolo que acabe con la violencia machista ya que se trata de un problema de personas individuales". Y si su comentario fue inexacto, porque sí que hay protocolos que salvan muchas vidas, el problema ya no está enraizado en las nuevas generaciones como tales. La violencia machista hoy, socialmente, no se tolera. Y afortunadamente, los casos que existen son más fruto de una acción individual que aquel miserable modo colectivo de concebir la relación entre sexos que existía hace pocos años.

Y obviamente aquí caben mil matices, mil propuestas y hasta mil insultos: porque hablamos de vidas perdidas a manos de un asesino. Ahora, de ahí a que la "rojilandia" nacional atrincherada en la prensa progre crucifique a Clavijo, va un mundo. Y lo han hecho desde los foros de siempre, sin tener ni pajolera idea de las políticas al efecto que se realizan, por ejemplo, desde nuestras instituciones. Ni Canarias está cruzada de brazos en esta guerra ni Fernando Clavijo es machista, aunque cada vez tengamos que aguantar a más radicales sensibleros que se rasgan las vestiduras, únicamente, por un titular.

@JC_Alberto