Siempre concedemos una atención especial a las nueve regiones denominadas ultraperiféricas, que son, ante todo, regiones europeas y que proyectan la presencia de Europa en puntos estratégicos del globo. Las regiones ultraperiféricas conocen sus especificidades y riquezas, y la Unión Europea, que desde hace varios años trabaja para colmar la distancia que las separa del continente por una cercanía de corazón, también las conoce: una biodiversidad única, una posición geográfica propicia para los intercambios y la cooperación internacional y oportunidades ilimitadas en áreas como el crecimiento azul o las ciencias del espacio.

Hoy, somos nosotros los que atravesamos estos miles de kilómetros para venir a Guyana, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y no vinimos con las manos vacías; el año pasado habíamos pedido a los representantes de las nueve regiones reunidas en Bruselas que nos dijeran lo que esperaban de Europa, de su Europa, y de qué modo se imaginaba la asociación que nos vincularía en los años venideros.

En respuesta, la Comisión presentó esta semana una estrategia para las regiones ultraperiféricas, que constituye la base de una asociación privilegiada, renovada y, sobre todo, reforzada.

Reforzada, pues, más que nunca, queremos estar atentos a lo que hace única a cada una de estas regiones. Las regiones ultraperiféricas comparten muchos retos comunes, desde los jóvenes que carecen de oportunidades para los elevados costes de transporte y la dependencia de algunos sectores económicos, pero el vino de las Azores no es el plátano de las Antillas ni Mayotte es Madeira.

Quisimos, así, que esta asociación valore mejor sus características peculiares. Para acompañar a cada una de ellas en la vía del crecimiento, la Comisión creará una plataforma de diálogo y, previa solicitud, grupos de trabajo especiales, con el Estado miembro interesado, sobre cuestiones específicas. Por ejemplo, cómo utilizar mejor las financiaciones europeas o promover el empleo.

En Madeira, la Estrategia apoyará, en particular, el desarrollo de las energías renovables marinas, la acuicultura y la pesca. Europa también debe asegurarse de que las regiones tengan un mejor acceso al programa europeo de investigación Horizonte 2020 y a las financiaciones previstas en el Plan Juncker para inversiones estratégicas en las infraestructuras digitales, por ejemplo.

Para promover la adquisición de competencias y la movilidad de los jóvenes, Europa dará a estas regiones un apoyo financiero para que participen más en el programa Erasmus y en el Cuerpo Europeo de Solidaridad. Además, la UE se empeñará en tener más en cuenta los efectos de sus decisiones en las regiones ultraperiféricas, sobre todo en la negociación de acuerdos de comercio o de pesca, con el fin de ajustar sus políticas para que reflejen mejor las realidades y los intereses de sus territorios.

Pero queremos subrayar que la UE no puede, por sí sola, garantizar la prosperidad de estas regiones. Se trata de una responsabilidad compartida entre las propias regiones, Europa y los Estados miembros. Estos últimos deben demostrar voluntad política para apoyar a esas regiones, que son también suyas, a expresar su pleno potencial.

Estamos orgullosos de esta nueva estrategia para las regiones ultraperiféricas, que es un ejemplo concreto de una Europa que protege, proporciona los medios para actuar y ofrece a todas las mismas oportunidades.

*Presidente de la Comisión Europea

**Comisaria europea de Política Regional