Resignarse a vivir una vida laboral corta, llena de desasosiego y dolor ya no es una opción. Desde el PSOE queremos recuperar la dignidad de una vida laboral más estable y más larga para las camareras de piso que trabajan en el sector más pujante de nuestra economía. Precisamente desde Canarias, donde el PIB turístico representa el 31 por ciento del total de nuestra riqueza, con cifras récord en los últimos años, una riqueza que tendría que permitirnos librar a la sociedad de ese adjetivo "precario" que tanto daño viene haciendo a la dignidad que solía asociarse a tener un trabajo.

Detrás de las últimas cifras sonrojantes que describe el informe europeo sobre pobreza y que sitúan de nuevo a Canarias a la cola en exclusión social, afectando a un colectivo cada vez más numeroso no solo de personas que no encuentran empleo, sino también de aquellas que tienen trabajo, hay una política injusta con la que el Gobierno del PP nos ha castigado aprovechando la crisis. Esa crisis ha golpeado a los que precisamente necesitaban más ayuda por parte de una administración que, más y mejor, tenía que velar por sus intereses. La crisis los ha llevado al final del pasillo, casi a oscuras, donde durante muchos años apenas se les pudo ver.

Las cosas están cambiando, eso sí, demasiado poco a poco. Desde el PSOE consideramos que ha llegado la hora de acelerar este proceso, dotando de las herramientas precisas la defensa de unos derechos de los que jamás se debieron ver privadas tantas personas. Para ello vamos a obligar al Gobierno a ser una administración más preocupada y ocupada en proteger la dignidad del trabajo, que, lejos de ser un privilegio, constituye la columna vertebral de una sociedad ahora indefensa que sufre. El ejemplo del colectivo de las camareras de piso ilustra esta nueva realidad que azota a la ciudadanía española, que duele en los hombros, en los brazos y en las espaldas de esas miles de mujeres, de esas miles de familias que no se merecen el auténtico calvario que atraviesan.

Sin ir más lejos, estos dolores que las lastran, muchas veces para siempre, no están recogidos en un catálogo de enfermedades provocadas por la penosidad de hacer decenas de habitaciones al día. Debemos empezar por servirnos de las leyes que ya tenemos en vigor para profundizar en la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, así como modificar el Estatuto de los Trabajadores en su artículo 42.1 para evitar que la externalización siga precarizando el trabajo, provocando que trabajadores que realizan las mismas tareas cobren en algunos casos la mitad del salario establecido en el convenio del sector.

No podemos dar la espalda a una realidad que obliga a estas mujeres a prejubilarse antes de tiempo por las lesiones crónicas que sufren, consecuencia directa de una elevadísima e injusta carga de trabajo y de una falta de herramientas formativas, más necesarias que nunca, para aminorar, en la medida de lo posible, las distintas lesiones que aparecen con el tiempo y que limitan el desarrollo de una vida laboral larga y plena. Precisamente este debe ser uno de los principios que persiga siempre el Estado para sus ciudadanos.

Desarrollar ese catálogo de enfermedades profesionales es ya una tarea inexcusable que va a revertir en un aumento de la vida saludable de estas mujeres y de sus familias. No podemos condenar a las camareras de piso a esta realidad penosa cruzándonos de brazos.

Y no solo sufren de esos dolores a veces insoportables. También la reforma laboral ha dado la vuelta a las condiciones laborales, que incrementan el desasosiego que causa esa inestabilidad para estas trabajadoras. Ahora, en el sector hostelero, los contratos indefinidos no llegan ni al 10 por ciento del total de los contratos suscritos, de los que casi la mitad son de menos de un mes, cuando hace una década la contratación temporal era casi anecdótica.

Debemos ser capaces, desde la administración pública, de poner las bases de la recuperación urgente de derechos relacionados con la seguridad laboral, con la salud y con la dignidad del trabajo, creando espacios de diálogo y de acuerdo sumando al sector hotelero turístico a una revolución donde la dignidad recupere todo su sentido para que todas estas mujeres tengan una vida plena, segura y estable.

Y decimos urgente porque se ha perdido mucho tiempo y, sobre todo, se ha puesto en peligro el futuro de todo un colectivo que lucha con valentía para dejar atrás de una vez esta realidad que han padecido y que estamos a tiempo de corregir.

*Diputada nacional del PSOE por Santa Cruz de Tenerife