Empiezo a estar harto de toda esa gentuza que escupe en nombre de no sé qué principios y que pretende achantarnos para que no opinemos nada. Son radicales disfrazados de progres que desean controlar los valores del otro; y a mí, que ya me los paso por el arco del triunfo, en un principio me llegaron a intimidar. Son algo así como el fenómeno de Podemos, cuando en su nacimiento no había quien les tosiera, pero que con el tiempo se fueron convirtiendo hasta en un hazmerreír. La psicóloga Ana Ortiz, a la que no conozco personalmente, ha sido acribillada por parte de la masa. Pero no solo fue la muchedumbre, algún miserable compañero, a través de las redes, también aprovechó la ocasión para cebarse con nuestra protagonista, buscando el aplauso popular que a buen seguro no encuentra en su consulta profesional.

Ana escribió sobre la búsqueda de aventuras sexuales a través de las redes y, concretamente, cuando uno está casado o se tiene una pareja estable. Y cogió el cliché de la mujer que se mete dentro de un matrimonio buscando calentar la entrepierna del marido. Lo tituló "puta", algo tan sencillo como eso. Pues hasta sindicatos de periodistas convertidos en el tribunal de los derechos humanos la apalearon con saña porque dicen que es machista. Y a mí lo que me gustaría es felicitarla porque el texto fue un éxito. Y a estos colegas, que pasan por ser algo así como la CUP del periodismo isleño, que se ocupen de lo suyo y no juzguen tanto al prójimo, porque resulta que tienen su propio retrete muy cochino y sin limpiar. Listo.

@JC_Alberto