Discutir. No se deje engañar, ningún tiempo pasado fue mejor. Que hay problemas, injusticias y desgracias, de acuerdo, pero menos. Nuestra percepción no es de fiar. Fíjese lo que hemos avanzado en el respeto a las diferentes sensibilidades, en solidaridad o en participación. Que hay pérfidas intenciones de manipular, de adoctrinar e incluso sectarismo, tiene usted razón, el mundo no es bueno del todo, pero es mejor. Se acerca la Navidad y ya no vuelan paletillas de ibérico ni champán del caro ni bombones de licor para compensar no se sabía qué favores o prebendas. Que todavía habrá cierta connivencia, pecados por inacción o desenfoque, pues sí, seguro que algo queda, pero menos. Y como soy medio antiguo, echo de menos más beligerancia y predisposición al debate constructivo por el puro placer de discutir, afición que ha perdido adeptos por políticamente incorrecta; la piel fina, consecuencia de la evolución de la especie. En conjunto, disfrutemos del siglo XXI (espero que no tenga que tragarme mis palabras).

Manías. Don José frecuenta a diario el mismo carrito de la Rambla para el pan y el periódico; breve conversación intrascendente: qué tal, qué frío o qué calor, según el caso. Doña María hace la compra en el súper a diario; total, esa es la vida y cualquier excusa es buena para arreglarse y salir de casa, quizás hoy hay algo rico de oferta. Feliz rutina -esa que le espera a quienes anhelan la jubilación-, rutina urbana o ir a pescar. Hay muchos don Josés y doñas Marías en las Islas y en todos sitios, somos usted y yo en este instante o transcurrido el tiempo suficiente. Llega el día en el que don José se enreda con el cambio y no distingue las monedas de veinte de las de cincuenta céntimos. Y ese otro en el que doña María se lleva a casa dos kilos de col cerrada para el potaje porque está muy bien de precio, imagínese, ella que vive sola. No son manías de viejo, ni cosas de la edad, la verborrea tampoco ni la agresividad ni la desorientación. Que los actores del entorno habitual donde se mueven las personas mayores sean capaces de identificar los síntomas iniciales de algún tipo de demencia es uno de los objetivos del proyecto "barrio solidario" de AFATE.

Auxilio. Buenas ideas y mejores intenciones. Que habrá quien sostenga que dónde está el beneficio, que qué va a hacer el quiosquero que no sea procurar devolver el cambio correcto, pues claro, pero no haga caso, cualquier iniciativa -la que sea- genera siempre disidentes. Esto va de recuperar la conciencia de tribu, como grupo que comparte espacio común, un concepto distinto a la familia, que tantas veces no llega al día a día. Identificar para comprender ciertos comportamientos, recibir formación para facilitar el trato cotidiano y considerar la demencia como una circunstancia sobrevenida que es conveniente lidiar entre todos. "Barrio solidario" también para pedir auxilio, cuando la situación lo requiera. La iniciativa es la leche, altruista y solidaria, pero también egoísta porque ninguno estamos exentos de necesitar ese tipo de comprensión colectiva.

Cohesión. La tribu como resultado de ciertas acciones que mejoran las relaciones, personas alineadas en atender un problema cuya gestión contribuye al bienestar del conjunto, no es más, no mirar para otro lado, en definitiva. Imagine qué se podría conseguir en prevención del consumo de drogas o de la exclusión social. Estas reflexiones dan idea de la catástrofe de lo ocurrido estos años en Cataluña, dividida la sociedad, rota la convivencia: imposible hablar siquiera de nada de esto. Somos afortunados.

Tam-tam. El hechicero invocó la lluvia.

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