Julio Iglesias, que hoy en sus conciertos es poco más que un gran contador de historias, incluyó allá por 1981 el tema que hoy da título a nuestro texto. Y "Volver a empezar", que es como se tradujo la canción, es lo que tenemos que hacer cada vez que nos damos de narices contra el suelo al fracasar en cada propósito de año nuevo. Los americanos lo del fracaso lo llevan tan en el ADN que los bancos en los EEUU bareman tu tasa de hundimientos como algo a favor a la hora de concederte un crédito. Piensan, y la banca sabe más que nosotros, que aprendemos de cada estampido. Aquí salimos corriendo a la primera de turno: por un lado, la banca y, por otro, nosotros. Cuentan los expertos que poner una fecha a medio plazo para acometer un esfuerzo, como nuestras propuestas de año nuevo, ya es un error. No es más que dilatar algo que nos carcome no hacer: es procrastinar.

Este es un término de nuevo cuño que en el mundo del desarrollo personal indica que somos unos expertos en posponer o retrasar aquellas cosas que no nos apetece hacer por relevantes que sean, sustituyéndolas por otras que, en ese momento y engañándonos a nosotros mismos,consideramos más importantes. Lo mejor que funciona es el corto plazo por poco que apetezca. Repetir con esfuerzo una actividad durante veintiún días crea rutina. En el 81, Julio Iglesias estaba tan melancólico que a Chabely le vino la regla, pasando "De niña a mujer", y el padre le cantó una canción tan triste que parecía que la chiquilla se moría. Pues nosotros con alegría, y "Begin the beguine" hasta los veintiún días, y luego vuelta a empezar.

@JC_Alberto