Como preámbulo, imaginen ustedes una nave mercante de mediano porte, de no más de treinta metros de eslora, con capacidad para un centenar de pasajeros y una treintena de tripulantes, costeando entre tormentas la línea costera de cabo Cod (actual estado de Massachusetts), en búsqueda desesperada de alimentos para saciar sus necesidades. Ante la carencia de armamento defensivo, el capitán de la nave, Christopher Jones, no encuentra más alternativa que el saqueo de las tribus indígenas asentadas en la costa, permaneciendo en esta actitud hasta el 9 de noviembre de 1620, cuando desembarcan en el citado cabo Cod y toman posesión de los terrenos para su asentamiento definitivo en lo que sería el embrión de los trece estados fundacionales. Población de la que han salido todos sus descendientes hasta conformar el país más rico y poderoso del mundo.

Pero como nadie suele recordar la parte desagradable de sus orígenes, del anecdotario histórico podemos entresacar los exabruptos verbales del actual presidente electo Donald Trump, calificando de "agujeros de mierda" a los habitantes de El Salvador, Haití, Nicaragua y Sudán, en respuesta a dos senadores de su Gobierno que le propusieron una ley de otorgamiento de visados a los ciudadanos de países que han sido retirados recientemente del programa de Estatus de Protección Temporal (TPS).

Definitivamente, algo no rige bien en la composición neuronal oculta bajo el azafranado cabello del actual presidente electo, con nombre de sobrino del tío Gilito, que presume de poseer un timbre más grande e importante que el que ostenta el firringallo de Kim Jong-Un, empecinado en hacer alarde de acercamiento de cohetes teledirigidos a los Estados Unidos, como la falsa alarma reciente detectada por un error contra la población de la isla de Hawai, la cual confirma lo peligroso que resulta jugar con fuego, políticamente hablando.

El equilibrio mundial de este planeta, que debe de estar siempre en manos consecuentes, está experimentando un cambio radical con las arbitrariedades de estos dos mandatarios, que no cejan de amenazarse mutuamente. Sin embargo, fuera de sus fronteras la vida que ahora se critica subyace como consecuencia de siglos de conquista, pobreza y corrupción, perpetrada por el mismo mandatario que ahora se permite insultar a quienes han sido desde siempre sus proveedores económicos, mientras sus países se desmoronaban bajo el signo del adoctrinamiento político y la consiguiente manipulación interracial. De ahí que este rubicundo mandatario haya sacado su vena más racista para definir a unos ciudadanos poco preferidos en lugar de los noruegos, que sí lo son pero que no lo quieren como presidente.

Definitivamente este mandatario, que va a dejar pálido a Clinton por sus escándalos sexuales, todavía nos puede deparar muchas incidencias "baifándose" (de baifo) cada vez que expande la fetidez de su boca ante un incidente político o una demanda de prostitución, protagonizada por sus anteriores caprichos. Menudo ejemplar tienen estos "rednecks" (cuello pelado o cuellicortos), capaces de pagar con esplendidez al innumerable conjunto de cerebros valiosos emigrados de la vieja Europa, mientras ellos siguen comiéndose una hamburguesa ante el televisor y agitan una bandera cuyo representante se está mostrando incapaz de ondearla con dignidad.

jcvmonteverde@hotmail.com