Partimos de la base de que el periodismo de investigación se encuentra totalmente marginado, en un segundo plano como consecuencia del mercantilismo en alza y la presión de la política, que se convierte en el signo más claro de la incompatibilidad con el periodismo, más si cabe, de investigación. Esto provoca el auge de gurús y supuestos expertos en comunicación e investigación que traducen números en letras y presentan conjeturas sospechosas de veracidad.

Nos tragamos cualquier cosa, no hay más que ver la credibilidad que le damos a fuentes sin referencia y a personajes aspirantes al "pequeño Nicolás", del cual algunos medios en Tenerife toman como referencia a la hora de citar informaciones. Cualquiera diseña un blog para vomitar informaciones y, con un poco de dinero, proyectar en redes sociales auténticos atentados contra la coherencia.

No hace falta ser periodista para darse cuenta del escaso nivel y la enjuiciable capacidad de crítica que tenemos. Nos atontan intencionadamente con informaciones perfectamente orientadas a un determinado fin para mermar nuestra capacidad de discernir lo bueno de lo malo en materia de información. Cuando es más noticiable un machango que se graba obligando a Puigdemont a besar la bandera española que bucear en las cuentas de Panamá o Islas Caimán del político de turno, algo no se está haciendo bien. Mientras, los del puro y la copa de coñac siguen ganando la batalla. El norteamericano Hunter Thompson y el alemán Günter Wallraff criticaban a la gran prensa de su país que disfrazaba de "objetividad" la manipulación y de "imparcialidad" las relaciones de poder.

En España, perseguir los desmanes y las corruptelas del político de turno no es rentable, y es más el esfuerzo y costes que la recompensa, por lo menos social y judicial. Las persecuciones a medios de comunicación, con campañas soterradas o directas, están a la orden del día y siguen demostrando que en España todavía nos queda mucho recorrido.

Decía el catedrático de Ciencias de la Información en la Universidad de Sevilla Ramón Reig, entre la desesperación y la impotencia, que "el periodismo está en crisis porque ha abandonado sus principios más esenciales (y por lo tanto ha provocado el rechazo de los receptores) y porque el poder se ha metido dentro de sus límites, dando lugar, entre otras cosas, a la aparición de nuevas censuras y autocensuras". Puede exagerar en su desesperanza, pero no en su análisis de la realidad de uno de los oficios más apasionantes del mundo. El docente afirma que "la presencia de grandes grupos mediáticos relacionados con intereses empresariales y financieros no es sinónimo precisamente de pluralismo informativo; los intereses comerciales no son los únicos que están presentes en un medio de comunicación, también los ideológicos y los de clase pueden pervertir la información en uno u otro sentido".

El mejor oficio del mundo te llena el currículo con cinco años de carrera, másteres, cursos de formación y un buen nivel de inglés para acabar escribiendo en Twitter y soñando en trabajar por 800 euros en la redacción de algún periódico. Ah, por cierto, en lo que va de 2018 han asesinado a dos periodistas y han encarcelado a 188.