Hace un año discutíamos en mi instituto de Santa Cruz sobre la forma de celebrar el Día de Canarias. Un profesor, compañero mío, proponía que ya estaba bien de lucir los trajes de mago y cantar y bailar isas y folías. Lo canario no era sólo esa imagen típica y atávica, a su juicio, sino también la música rock de los autores insulares, el cine de nuestras islas y el mundo del espectáculo que surge en las grandes concentraciones hoteleras. Eso, a su modo de ver, era la Canarias actual: una Canarias moderna y abierta al mundo.

Yo prefería hacer una propuesta más abarcadora: ojalá se hubiera inaugurado entonces la exposición "Pintura y poesía. La tradición canaria del siglo XX", comisariada por Andrés Sánchez Robayna y Fernando Castro Borrego, especialistas en ambas disciplinas, que tendría lugar en el TEA desde julio hasta octubre de 2017. Recientemente ha aparecido el valiosísimo catálogo de esa exposición, que añade muchos elementos críticos (por ejemplo, un luminoso diálogo entre los dos comisarios) y muestras artísticas que no se habían expuesto en las salas. Su título es el mismo, "Pintura y poesía. La tradición canaria del siglo XX", y ha sido editado por el Gobierno de Canarias, que promovió y patrocinó ese gran evento, con la colaboración del TEA y del Centro de Arte La Regenta.

Traigo esta gran noticia a propósito de la canariedad o identidad de la cultura canaria por cuanto no reduce nuestra tradición cultural a elementos localistas de la vida isleña, ya pertenezcan éstos al pasado multisecular o al rabioso impacto de los productos propios de la era digital. Lo que queda claro al que lee y contempla este catálogo es que la poesía y las artes plásticas nos revelan mejor que nadie la condición del hombre y la mujer canarios, condición que es tan canaria como humana y universal. Si la poesía es la potenciación de la realidad (la contemplación más intensa y penetrante del mundo), también lo es la pintura; de tal manera que el lector de poesía y el espectador pictórico pueden descubrir en los más concreto de nuestras islas lo más profundamente humano y universal, pues ser hombre y ser canario es estar en contacto con el Universo desde el momento en que uno abre los ojos a nuestro paisaje. Y si esto lo hacen la poesía y la pintura por sus medios respectivos, más profunda es nuestra visión del hombre arraigado en nuestras islas cuando se lo contempla con la mirada doble del poeta y el pintor.

Este modo doble y complementario de mirar la realidad se hizo práctica frecuente durante la segunda mitad del siglo XIX en los ámbitos culturales más avanzados. En el siglo XX la interrelación entre lo pictórico y lo poético alcanza su apogeo y hacen de la poesía y del arte los mejores maestros de humanismo, por encima de cualquier tratado de filosofía, sociología, psicología o cualquier otra ciencia o disciplina humana.

Lo curioso de todo esto es que Canarias, dentro de España y de Europa, constituye un lugar ejemplar de diálogo continuo entre poetas y pintores, como lo hacen Tomás Morales, Alonso Quesada y Néstor de la Torre desde comienzos de siglo; como lo hacen en los años 30 figuras tan notables como Pedro García Cabrera, Agustín Espinosa y los pintores Óscar Domínguez, Juan Ismael o Jorge Oramas. Así ocurre también en la posguerra con el grupo LADAC y la colección "Planas de Poesía", con el trabajo de nuevos poetas como Manuel González Sosa, Pino Ojeda, Pino Betancor o de artistas plásticos Manolo Millares, Felo Monzón, Pedro González o María Belén Morales. Algo que no se interrumpe en todo el siglo XX, aunque la exposición y su catálogo culminan este recorrido conjunto con los autores que empiezan a hacer su obra pública hacia 1970, como el poeta Lázaro Santana o los artistas plásticos Luis Palmero o Juan Gopar.

El catálogo, como la exposición, agrupa las obras artísticas y poéticas en torno a seis símbolos: la tierra y el fuego, el agua, el aire, el signo cuerpo, el signo isla y la luz. Siguiendo la poética de la imaginación de Gastón Bachelard y Gilbert Durand, el catálogo nos muestra el significado que tales símbolos universales tienen en la creación artística y poética de Canarias. Son símbolos naturales que dan sentido de totalidad a las distintas realidades del paisaje y el trabajo humano, de manera que todos los elementos de la naturaleza y de la vida cotidiana en Canarias proyectan sobre el espectador un modo singularísimo de entender el mundo. La singularidad proviene del carácter personal de cada artista pictórico o poético y de la relación entre ambos, que en su vida real y en sus obras se interrelacionan e influyen mutuamente desde los comienzos del siglo pasado.

Además, el catálogo rescata algunas piezas hasta ahora ilocalizables, como el amplio lienzo de Néstor titulado "El jardín de las Hespérides (1908-1909)", una obra que universaliza míticamente la frondosidad de nuestra tierra. También encontrará el lector poemas inéditos de Alonso Quesada y Luis Feria. El caso es que, sin pretender ser una historia de la poesía ni de la pintura contemporáneas de nuestras islas, este catálogo, como su respectiva exposición, nos acercan a obras y autores de relevancia capital no sólo en Canarias, sino en toda España y en el panorama cultural internacional. Ya es hora de reconocerlo.

*Poeta, profesor y crítico