Anda la cosa revuelta porque el líder de Nueva Canarias, Antonio Morales, ha pegado a denunciar el desequilibrio en favor del menceyato de Tenerife en las cuentas regionales. Alega que se invierte mucho más en esta isla que en la suya y que el Gobierno, desde tiempos inmemoriales, está arrimando el ascua a su chicharro.

Pero de todos los argumentos en los que se sumerge Nueva Canarias, el más chiripitifláutico es en del ADN de los cargos intermedios de la Comunidad Autónoma, que en un 49% están ocupados por tinerfeños. La muestra más evidente del lamentable estado de insuficiencia mental de esta Comunidad es que el manejo de este porcentaje no haya despertado la menor objeción intelectual.

No hay tierra como mi tierra, ni raza como mi raza. Acabamos de aterrizar en el viejo argumento de la pureza de sangre, el RH vasco que tantos disgustos le dio al pobre Arzallus. La causa de la causa del mal causado es el natalicio de los políticos canarios, que tendrán que someterse, por lo visto, al imperio de las listas cremallera y al de las partidas de nacimiento. Animalitos.

La autonomía de Canarias se vertebró sobre el pleito. De ahí que tengamos dos capitales en vez de una. Y que exista una administración dispersa entre dos islas que se dan dentelladas para arrebatarse privilegios. Y que aún se siga apelando a la norma no escrita de que el candidato a presidente tiene que haber nacido en una de esas dos islas. Que sigamos así cuarenta años después dice todo lo que hay que decir de este pueblo que sólo es uno sobre el mismo mar en la música de Benito Cabrera y en la quimera del boletín oficial.

Nunca, que yo recuerde, se había puesto el foco al lugar de nacimiento sobre los cargos políticos o los funcionarios. En la provincia de Las Palmas hay tres mil empleados públicos más que en la de Santa Cruz. Está escrito, negro sobre blanco, en el boletín estadístico del personal al servicio de la Comunidad Autónoma y jamás se ha planteado la menor objeción sobre este aparente desequilibrio. Ahora ya no sólo se puede convertir en materia de debate, sino que habrá que solicitar a los trabajadores de nuestra administración que acrediten en qué lugar de estas islas han nacido, para verificar el peso del poder de unas islas sobre otras en función del árbol genealógico del personal.

Decía Jerónimo Saavedra, en su primera campaña electoral como candidato socialista a la presidencia, que "Canarias es posible". Nada más lejos de la realidad. Canarias es un imposible irrealizable. Esto no es un pueblo. Ni siquiera un país. Esto es un archipiélago invertebrado formado por cinco islas rodeadas por todas partes por dos ambiciones insaciables. Y el final de todos los viajes, de todos los enfrentamientos, siempre es el mismo: más poder y más pasta para los dos de siempre.