En pocos lugares de la geografía canaria se presenta una situación como la que se nos ofrece en esta localidad. Hemos de entender que es el único municipio rural de La Palma que gana población, siendo una referencia en agricultura y ganadería, mejorando tanto en el plano demográfico, como en su potenciación como centro comarcal del noroeste de la Isla.

Históricamente, Puntagorda fue uno de los municipios más pobres de La Palma, carecía de manantiales y las precipitaciones la castigaban, como a toda la comarca del noroeste palmero, quedando como cultivos prioritarios el almendro y la vid, dada su tolerancia a la sequía. Se cosechaban aquí los cereales más pobres (cebada y centeno, principalmente). Pedro de Oliva escribe en 1860 que la cosecha era la más escasa de la Isla, quedando como actividad económica unas 2.000 pipas de vino, y unos 200.000 kilos de almendras, hasta la década de los años setenta del siglo XX, con la llegada del agua de Los Minaderos, con un aporte importante en la siguiente década de otras galerías de Garafía y la Laguna de Barlovento (viñedos cubiertos de rabo de gato).

Puntagorda es hoy uno de los pocos municipios que gana terreno labrado, siendo de los mayores productores de hortalizas de la Isla. Es el único que gana superficie de viña, unido al entorno de Tijarafe-Garafía, siendo Las Traviesas uno de los mejores viñedos de Canarias. Se ha aumentado la superficie plantada entre Briestas y Tinizara, mientras en el resto de la Isla se pierde terreno de cultivo desde Las Manchas hasta Mazo, no teniendo mejor suerte el noreste, desde Puntallana a Barlovento.

Hay numerosas sorribas para aguacate, naranjos y otros frutales. Comienza de manera tímida la comercialización de almendras, hoy semiasilvestrado. Son importantes los cultivos de papas, y los suministros para el mercado del agricultor más dinámico de La Palma, lo que hace, junto a los colegios, que se convierta en un centro neurálgico de la comarca noroeste, ya que tiene también un centro de prevención de incendios forestales y es el mayor abastecedor de la estación hortofrutícola de la Isla, en Breña Alta. Qué decir de la actividad ganadera, con más de media docena de granjas de cabras, varias bodegas y una actividad agrocultural en torno al mercadillo, siendo también destacables las actividades económicas relacionadas con el turismo rural.

Su mayor valor es haber roto con la "alergia a la guataca" que padece gran parte de nuestro agro, entre otras cosas, porque tienen más de 30 tractores y una juventud que ve el campo con dignidad, como referencia económico cultural, sin complejos, en la que el trabajo en él tiene la lectura de generaciones pretéritas, de lo que fue gran parte de la llamada "clase media" palmera, hoy en la emigración o soñando con los "máster en ciencias ocultas" para funcionarios.

Puntagorda es hoy un oasis de trabajo, de compromiso, de un modelo que dignifica el hoy, sin separarse del suelo, contando con un ayer, con unas señas de identidad, como referencia de una isla que sufre una crisis profunda, de alejamiento del entorno, incluso en el plano económico, ya que el vino, el queso, las hortalizas, los aguacates, las próteas, las naranjas, los ñames, etc., etc. (de los plátanos hemos escrito en otros momentos), todos ellos se venden, mientras que, sin embargo, los núcleos rurales pierden población, quedando jóvenes de forma testimonial. Las Breñas, Los Llanos y El Paso, con "urbanitas" con alergia a la guataca, con una tercera edad en los plátanos, reforzados con inmigrantes, ante una crisis que también es de identidad, de un campo devaluado social y económicamente.