El 11 de mayo hará 50 años que los vecinos del Barrio Latino de París amanecieron entre barricadas de estudiantes, una revuelta a la que se unieron obreros industriales, sindicatos y el Partido Comunista, aconteciendo no solo el mayor disturbio estudiantil de la historia de Francia, auspiciada por el movimiento hippie, sino además la ostentosa huelga de nueve millones de trabajadores, lo que desestabilizó tanto al Gobierno de Charles de Gaulle que convocó elecciones anticipadas. La situación económica se había deteriorado tanto que el paro aumentaba sin cesar y dos millones de trabajadores que cobraban el salario mínimo se sintieron excluidos de la prosperidad, surgiendo hacinamiento y barriadas junto a las ciudades, algunas tan próximas a la universidad que generaban movimientos estudiantiles críticos. Profesores y estudiantes habían tomado nota de la Revolución cubana y los movimientos izquierdistas de Latinoamérica, generando sentimientos de repulsa a las guerras de Vietnam y Argelia, a lo que se unieron simpatías con la revolución cultural china y el maoísmo, más innovador que el rígido marxismo soviético, cuestionándose la dominación europea y norteamericana sobre territorios coloniales o independizados de África, Asia y América Latina, sin perder de vista la influencia que tuvo la manifestación pacífica de argelinos en París en 1961, brutalmente masacrada con más de 200 fallecidos, arrojando sus cuerpos al río Sena, lo que abrió ampollas en la sociedad francesa, cada vez más molesta con las prácticas autoritarias del general De Gaulle, provocadoras de acuerdos entre estudiantes y obreros, germen de la agitación que llegaría en mayo y junio de 1968 a Francia y otros países de Europa y América, a la que España no fue ajena.

El carisma de De Gaulle, en el poder desde 1958, se desgastó tanto que en las elecciones a la Presidencia de la República en 1965, el general no logró mayoría absoluta, siguiéndole muy de cerca Mitterrand, mientras obreros ocupaban fábricas apoyados por estudiantes e intelectuales que les visitaban en sus casas, al tiempo que emergían ídolos musicales como los Beatles y Rolling Stones y se despertaban pasiones en una juventud contraria al mercado de consumo, a la organización capitalista, y a los negocios de las posguerras. Las movilizaciones estudiantiles se sucedían en los primeros meses de 1968, siendo reprimidas por la policía y la extrema derecha, y hoy hace 50 años que se produjeron enfrentamientos y levantamiento de barricadas en el Barrio Latino, llegando las movilizaciones tan cerca del Elíseo que carros blindados irrumpieron en las calles parisinas, las huelgas y ocupación de fábricas paralizaron la industria, y estudiantes y obreros cantaron juntos La Internacional. Mitterrand pide la dimisión del gobierno y De Gaulle convoca elecciones, que no pierde, pero no gana el referéndum donde propuso la descentralización regional y la reforma del Senado, con lo que abandona la política.

Mientras, el Gobierno de la dictadura franquista, muy pendiente del país vecino y de los primeros atentados de ETA, reprime duramente con los grises cualquier manifestación, el contacto de estudiantes con otros países se salda con detenciones e interrogatorios, los conciertos de Raimon llenan la Universidad Complutense de Madrid, y cuando algún periódico se extralimita, como Diario Madrid, lo cierran. Antes, en 1965, habían sido expulsados de sus cátedras Enrique Tierno Galván, Agustín García Calvo y José Luis López Aranguren, y en 1966 la policía asaltó el Convento de Capuchinos de Sarriá, en Barcelona, cerró su universidad, y suspendió de empleo y sueldo a 68 profesores no numerarios (penenes). El 17 de enero de 1968 unos estudiantes lanzan por la ventana del Rectorado de Barcelona un busto de Franco y queman una bandera española, Massiel gana el Festival de Eurovisión con el "La, la, la" negado a que Serrat cantara en catalán, y en 1969 el estudiante Enrique Ruano muere mientras lo custodia la temida Brigada Político-Social, declarándose el estado de excepción, desmantelándose sindicatos estudiantiles, 20 profesores fueron confinados y muchos estudiantes díscolos entran en los cuarteles al negárseles la prórroga por estudios.

En esa época yo estudiaba Medicina en Cádiz, donde llegaban noticias confusas de los sucesos de París, Madrid y Barcelona, y aunque algo muy importante presentíamos que estaba sucediendo, el consejo que se nos daba era el mismo que el del dictador Franco a sus ministros: "Usted haga como yo, no se meta en política".

@JVGBethencourt

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