África pasará en 2050 a contar con 2.200 millones de habitantes, justo el doble de los que tiene en la actualidad, y la tendencia irá en constante crecimiento, de tal manera que, a finales del presente siglo, uno de cada dos niños nacerá en África. Esta realidad en el continente africano, unido a las enormes potencialidades y retos que ofrece, obligan a contar con una estrategia fuerte y bien articulada que permita establecer los cauces de coordinación, cooperación y colaboración desde Europa, España y, evidentemente, Canarias.

África necesitará generar actividad económica y, por ende, empleo para responder al incremento del mercado de trabajo: once millones de jóvenes se incorporarán anualmente en la próxima década. A la par debe atender a desarrollar un amplio programa de recursos públicos en el ámbito sanitario, educativo o social, entre otras grandes intervenciones que requiere el continente.

En estos momentos, el Gobierno de España desarrolla el III Plan África, un documento que debe atender a las enormes oportunidades que ofrece África. De esta manera se articula la estrategia en cuatro bloques perfectamente identificados: ámbito de la paz y la seguridad, el crecimiento, la denominada institucionalidad -que pasa por impulsar acciones encaminadas a democratizar el continente africano ante los numerosos regímenes que aún hoy se mantienen- y, por último, la movilidad.

Hay datos especialmente relevantes que invitan a pensar que resulta imprescindible afrontar una estrategia global desde los diferentes ámbitos institucionales: 390 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, los avances, aún muy débiles, de la democratización de África o el terrorismo vinculado al Sahel, en Nigeria, y zona del lago de Chad, y en el cuerno de África. En el ámbito de la movilidad se ha puesto de manifiesto la necesidad de cooperación conjunta entre los países de origen, destino y tránsito. Hemos perdido una gran oportunidad de aprobar un quinto plan de cooperación al desarrollo desde el consenso, ofreciendo un plan orientado a atender los graves problemas existentes en este campo. No ha sido así y el Gobierno ha decidido sacarlo adelante en solitario y sin el respaldo que requieren y demandan las acciones en materia de política exterior.

Por su parte, en el ámbito de la seguridad y la paz, España actúa con diferentes programas, tales como la misión de NN UU para el Referéndum de Sáhara Occidental, la operación de Costa de Marfil, la operación de las NN UU en la República Democrática del Congo, entre otras, hasta alcanzar 10 acciones que suponen un total de 120.705.585,62 euros. Estos programas tienen continuidad en el tiempo pero requieren de un fortalecimiento en la estrategia.

En cuanto al crecimiento, la inversión española en el continente es aún muy pequeña, pues no alcanza al 0,4% de la inversión española en el exterior. En el sector turístico llama la atención el crecimiento sostenido de África anualmente, con un 6%, alcanzando ya la cifra de 53 millones de turistas, lejos aún de España, pero en una clara línea ascendente que nos obliga a establecer líneas de cooperación y colaboración con un destino potencialmente emergente.

No debemos confundir un plan de estas características con un plan de cooperación que, por cierto, esperemos no solamente sea consensuado con el resto de formaciones políticas, sino que además cumpla las expectativas de las comunidades autónomas, especialmente la canaria, por su posición estratégica y condiciones. Así, en el espectro de la institucionalidad, más allá del impulso que deben dar Europa y España a la democratización del continente, es cierto que debe existir un programa de expansión de la política exterior de España en África, cultural, social, educativo y formativo.

Aunque España participa en el fondo fiduciario de emergencia de la Unión para la estabilidad para abordar las causas de la migración irregular, parece evidente que las acciones desarrolladas resultan insuficientes y requiere de un nuevo diseño capaz de integrar todas las voluntades y colaboración de Europa en este marco de cooperación.

La existencia de un instrumento de planificación estratégica conjunta, la Estrategia Conjunta África Europa (JAES) facilita el cauce de comunicación donde la Agenda 2063 de la Unión Africana y la Estrategia Global de la Unión Europea para el periodo 2021-2027 desempeñan un papel relevante junto a la agenda 2030 que la propia Comunidad Internacional desempeña.

Desde el PSOE trabajaremos para enriquecer un documento que debe a provocar no solamente el mayor compromiso e implicación del Gobierno de España, sino también un mayor programa de acción de la Unión Europea con el continente africano.

*Secretario federal de Relaciones Internacionales del PSOE y diputado en el Parlamento de Canarias