Entre los actos programados de nuestras fiestas fundacionales, destaca por su singularidad y apoyo masivo el homenaje a la cantadora Mari Carmen Mulet. Me consta que ella prefiere esta definición, en lugar de la de cantante, por la que siente un gran respeto a pesar de que a ella le sobran facultades para serlo aún mejor, si cabe. Respecto a la expresión homenaje, que no entra en su capítulo de preferencias, se decanta más por la palabra reconocimiento a una labor musical en la que ha triunfado ampliamente en su recorrido por diversos escenarios regionales, nacionales y europeos. Pero como toda condición requiere su comienzo, el de ella, que me precio en conocer, fue en la rondalla del CIT, y posteriormente formó parte la Coral de Cámara de Santa Cruz de Tenerife, encuadrada en el Círculo XII de Enero, bajo la dirección de mi recordado maestro Jesús Álvaro Fariña Adán. Y digo maestro con conocimiento de causa, porque yo entré en ella como el miembro más joven del coro, en la cuerda de bajos -estaba cambiando la voz- para después pasar a la de barítonos una vez consolidado el timbre vocal. Quién sabe si en esos años llegamos a ser compañeros de agrupación sin yo saberlo, aunque por aquel entonces yo dejé de formar parte al concluir mis estudios de Náutica y tener que ausentarme de la Isla para realizar las prácticas obligatorias.

Con el tiempo, la coral aportó sus voces y experiencia en los loables inicios de la ATAO (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera), razón por la que Mari Carmen participó como corista en las óperas Tosca y Aída, de grato recuerdo. Posteriormente volvería a la rondalla del CIT, según confiesa ella, para aprender a bailar; hasta que el azar la llevó de forma casual a interpretar el pájaro chogüí, quedando ya de forma inmediata como solista del grupo, hasta que luego siguió formando parte de la rondalla Hespérides, y de ella pasaría a ser solista del conjunto Añoranza durante 23 años hasta su conclusión y retirada voluntaria por exigencias personales, dado su carácter autocrítico, aunque no compartamos su precepto calificador.

Abundando es este último criterio, puedo decir que sus propias exigencias perfeccionistas la llevaron a aprender de su propia madre, la abuela Yaya, que por cierto cantaba muy bien. Es por ello, que aunque sigue colaborando de forma esporádica, no lo hace en toda su integridad por las razones esgrimidas que, repito, son infundadas, pese al apoyo que siempre ha recibido de su esposo, mi amigo Nicolás, compañero inseparable en todos sus desplazamientos artísticos, que siguen vigentes pese a que ahora se prodigue menos, dado que le ha tocado desempeñar su papel de madre y abuela. Y es en su faceta materna donde surge la soterrada iniciativa de su hija Vanessa; la cual, dejando a un lado su labor de enfermera, en callado concilio con su padre, le organizó en principio el acto que vamos a disfrutar este 10 de mayo, a las 21:00 horas, en la plaza de la Candelaria. Ocupada en estos menesteres, su hija fue contactando con todos los intérpretes conocidos de las Islas, que respondieron al unísono con una expresión muy canaria nuestra: "Ahí estaremos como una puncha", con lo cual el escenario habilitado se va a llenar de voces isleñas que contarán con la dirección musical de Jeremías Martín, más la suma, como hemos dicho, de una treintena de artistas que la estarán arropando y que interpretarán canciones de su repertorio de forma individual o conjuntamente, como Fabiola Socas, Chago Melián, José Manuel Ramos, Candelaria González y hermana, Chiqui Pérez, Luisa Machado, Esther Ovejero, Blanca Casañas, Vicky López y su hija Vanessa Quintana. En materia de intérpretes, estarán Domingo Rodríguez "El Colorado", Marcos y Sissi del Castillo, Manuel González y la parranda "El Tintillo", y así una serie de nombres que he tenido que omitir por razón de espacio. Nombres que dicen mucho del talante abierto y comunicativo de esta cantadora, gran amiga, a la que estoy en cierto modo vinculado a su grupo familiar.

Conocidas las preferencias de esta gran cantadora, sabemos que tiene una especial predilección por una copla de su primo Julio Néstor Rancel, titulada: "Volverme Isla"; otra son las Folías del Amor Alegre, escritas para la ocasión por Fernando Garciarramos, del que recientemente se celebró un justo y merecido reconocimiento en el Paraninfo universitario, el pasado 19 de abril, y que aún estoy lamentando no haber podido asistir, en mi condición de amigo y admirador de su trayectoria artística.

De todo lo antedicho, destaco en sus rasgos la característica de su claro fraseo a la hora de interpretar cualquier canción, porque su vocalización nos permite entender todo su contenido, que ella refuerza leyendo y aprendiendo previamente los textos de las mismas; un consejo que aprendió de su último compositor, Carlos Montero, que puso música a los poemas de Pedro García Cabrera y del que lleva con entusiasmo su práctica. Uno de los cuales, yo diría que el más destacado, cerrará el acto de forma conjunta este encuentro, que difícilmente se podrá repetir de nuevo, por cuanto a la coincidencia del número de artistas. Así, pues, con "Un día habrá una Isla, que no sea silencio amordazado?" concluirá la noche de reconocimiento que, a mi modesto juicio, se hará en vida, porque los realizados a título póstumo, son sinónimos de remordimiento por una pésima dejación de la trayectoria de una figura artística, que bien merece este agasajo. Ahí estaremos esta noche, como otra puncha.

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