Hay un hongo en la India de un sabor exquisito. Con él se condimentan las comidas dándole un sabor delicioso. Sin embargo, si a la hora de picarlo nos pasamos al sazonar el plato, nos puede causar un enorme ardor de estómago. Pero es más, si al añadirlo al cocinero se le va la mano, ese hongo picado te mata; te mata literalmente, y los celos son así. Un poquito le puede dar a la relación un toque realmente delicioso, pero un poco más intoxica y un poco mucho más mata la relación. Y la mata literalmente. Los celos forman parte de nuestras propias inseguridades y nada tienen que ver con el amor bien entendido, muy lejos del concepto de amor de pareja que nos han inculcado desde antaño hasta hoy en día. ¿Pero son los celos enfermizos? Realmente no, aunque existe una patología denominada celotipia. En su genial "Diccionario del diablo", Ambrose Bierce define los celos como: "el temor a perder a alguien que si lo perdiera por lo que temo perderlo no hubiera merecido la pena haberlo conocido". Realmente qué estúpido razonamiento sería querer estar con alguien que no quiere estar conmigo.

Los hombres hoy se dividen en dos grupos, los que quieren ser elegidos una vez y para siempre, y los que quieren ser elegidos cada día. Los que formamos parte de este segundo grupo debemos entender que nuestra pareja vuelva la cabeza y se fije en otra persona para poder volvernos a elegir. Porque si no es de locos. Y es duro si uno es inseguro y está lleno de dudas e inseguridades. Porque si tu pareja mira a otra persona y se enamora de ella, y tú realmente la amas a ella, ¿qué deberías hacer? Y es que como dice el bestseleriano Jorge Bucay: "El amor es la decisión de trabajar activamente por la libertad de otra persona para que pueda elegir qué hace con su vida, aunque no me incluya".

@JC_Alberto