En las vísperas del verano, mis tiernos vecinos, sus celosos profesores y los responsables del feliz y eficaz invento -Gonzalo Cabrera e Inma Marrero- nos brindan un concierto singular que, a la cálida sorpresa del debut -ufanos "locos bajitos" sosteniendo y usando con gallardía sus violines y chelos tras las primeras lecciones- cada nuevo año suma generosamente virtudes y emociones sucesivas que le dan a este arte y a su técnica el sagrado poder de hacernos soñar juntos y transportarnos a otra dimensión.

En un mediodía incierto, que trajo a junio el sayo mayero, el primer regalo fue la salida de la formación orquestal, disciplinada, con la seguridad de la experiencia y la satisfacción de actuar con el flamante e incómodo auditorio a rebosar; y, desde los primeros compases, la notable interpretación del conjunto que no necesitó excusas ni pretextos de edades.

También nos impresionó gratamente la intuitiva y talentosa selección del repertorio que, si bien tuvo cuotas clásicas -con el fundamental Dmitri Shostakóvich- nos conmovió con canciones africanas, de audaces arreglos y divertida solución.

Con todo, la parte gloriosa del programa llegó con una sensible selección de tres emblemas de Hollywood. El tema del deshollinador de "Mary Poppins", que dio a los hermanos Sherman uno de los cinco Oscars, que obtuvo la película de Robert Stevenson en 1965; la suite de "La la land" (2016), homenaje al musical del medio siglo, que significó la estatuilla para Damien Chezelle; y, por último, una gloriosa versión de "Remenber me", de la producción de Pixar "Coco", el mejor film animado de 2017, dirigido por Lee Unkrich y con música de Michael Ciacchino, Germaine Franco, Robert López y Kristen Anderson-López.

La inteligente complicidad con los imaginarios colectivos del público, mayores y niños -Coco es la historia de una vocación musical a toda prueba y contra todo en el marco temporal del mexicano Día de los Muertos- es un estímulo y un buen ejemplo para quienes, pese a su edad, ya entienden que la música, que aprenden e interpretan, se hace de todos en cuanto se escucha, nombra lo innombrable, comunica lo desconocido y es la expresión más necesaria y gozosa para la memoria.