Lucifer, bicho infernal/ fomenta las dimisiones/ que ahora manda lo social/ y retorna mi apetito para poder gobernar? En el tiempo de los conjuros, no es banal argüir que desde el término alicantino de Santa Pola, y más concretamente junto a la puerta de una abigarrada y lucrativa oficina del registro de la propiedad, haya surgido una voz con acento galaico invocando a las fuerzas del mal para desear toda clase de tropiezos al nuevo gobierno constituido, por mor de una moción de censura impensada e impensable, que ha mandado al paro a muchos cargos políticos que disfrutaron de algunas legislaturas de confort, y que ahora solo les queda sentarse a comer palomitas ante la caja tonta para ver los deslices de los guardametas mejor pagados del mundo; incapaces de contener las andanadas a puerta de los atacantes rivales. Y puestos a sumar once, ahí está el equipo de las féminas ataviadas con ropa deportiva, poniendo en práctica el "te vas a enterar, Mariano, que no te vas a salvar ni aunque escapes en bicicleta".

Renunciar a un puesto ejecutivo después de tantos años de hábito y práctica no es nada novedoso. Sobre todo con la confianza de que detrás de todo existe un medio sustancioso para ganarse la vida, tarifando las tasas de los registros de propiedad, que en una villa de origen turístico suelen ser sustanciosos en grado sumo. Pero no acaban, ni acabarán aquí los hechizos en ciernes, porque a una escasa semana del día más corto, premonitorio de las orgías demoniacas y brujeriles, las prácticas que la tradición reclama llevan el membrete de la costumbre, unida a un vago temor a lo desconocido, que sólo es una anécdota del pasado, donde las historias y leyendas de hechizos y transformaciones, amén de escobas volanderas con tarifa "low cost" y equipaje limitado, constituyen más una anécdota que un motivo de pánico por sus consecuencias maléficas.

La víspera sanjuanera viene, como es habitual, cargada de simbolismo, donde la repetitiva permanencia implica un empacho por sus querencias, que aspirarán a sustituir los usos y costumbres por otros más llevaderos, teóricamente hablando. Y con ellos, el regreso a la hipotética mejoría social y económica que la ciudadanía demanda. Con todo, el colofón final al amanecer del nuevo día, traerá consigo la onomástica del Bautista, que dará comienzo al chapuzón en el símil del Jordán, porque nuestra condición insular es pródiga en estos ríos de agua oceánica, que darán comienzo y continuidad a las tradiciones estivales, beñesmeres y romerías que se aliarán con las fiestas de las cosechas, porque es tiempo de recoger sus frutos y paladear sus excelencias, pero sin olvidar cruzar los dedos para que el Ecuador de este año les depare un posterior disfrute de los aciertos del nuevo Ejecutivo, pese a los conjuros ya expresados. En la noche de San Juan/ yo jamás me siento extraño/ porque el fuego de la hoguera/ vuelve en brasa todo rastro. Mucho me atrevo a augurar una ceremonia colectiva el día de la víspera, acompañada de acólitos defenestrados, que sostendrán con gusto el atril del libro gordo de los conjuros, para que el líder descabalgado lo lea con su peculiar y conocido ceceo.

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