El paso del tiempo ha desenmascarado la insultante pasividad con la que se mueven los técnicos del Gobierno canario y Cabildo tinerfeño. Cada poco se han venido pronunciando sobre los beneficios que significan para la Isla el dichoso cierre del anillo insular que traducen en un ahorro de 60 millones al año y 30.000 vehículos que dejarán de ocupar las atascadas vías tinerfeñas. Todos coinciden en que su construcción es fundamental?, pero no se mueve ni una pala. Lo más, un cubo de piche. Hemos apuntado aquí, en vano, que, además del túnel entre Erjos y Santiago del Teide, se olvida, se oculta, el estudio sobre el impacto medioambiental en toda la zona comprendida entre Los Realejos e Icod de los Vinos, la descongestión de las autopistas del Norte y Sur, la carretera de El Chorrillo y ahora, como solución vital, el emprender la vía de circunvalación como remedio para que desaparezca un irreproducible vocabulario que se expresa cada día sobre las carreteras isleñas. Parece que todo está volcado en esta obra que consiste, someramente, en desviar el tráfico desde Guamasa, por encima del Aeropuerto del Norte, para conectar de nuevo con la TF-5 más abajo del Padre Anchieta, a la altura de la Vía de Ronda, con soterramiento. Es la que menos molestias y expropiaciones dedica al ciudadano. Por supuesto, ya han aparecido las esperadas manifestaciones de los ecologistas en contra, a los que hay que recordar el ridículo más espantoso que desplegaron (tiendas de campaña incluidas) cuando el alcalde Elfidio Alonso puso los arrestos encima de la mesa lagunera y nació la Vía de Ronda. ¿Alguien puede imaginarse el intenso y pesado tráfico que circula por esta carretera hoy inundando el casco histórico de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad, como así sucedía? Una carretera de circunvalación es la que rodea a una ciudad para evitar que la atraviesen multitud de vehículos. Y eso es lo que se pretende con la circunvalación: sortear el embudo que se forma en la Ciudad de los Adelantados. Pero, ¿con esta obra se termina con los atascos? Indudablemente, no. Hay que aumentar la capacidad viaria de la TF-5, como mínimo desde La Matanza; eliminar la curva de El Sauzal (en 10 metros se obliga a desacelerar de 80 a 40 km/h); relacionar Padre Anchieta, Universidad y casco histórico (la circunvalación sur de La Laguna lo permitiría); ordenar los enlaces con los municipios en las dos autopistas; Vía Exterior? Había un proyecto aprobado por el Gobierno y Cabildo que contemplaba todo esto, pero se lo cargó alguien en la Ciudad de los Adelantados que manda más que el alcalde lagunero y que está hundiendo a CC.

Los ciudadanos, sobre todo aquellos que pierden diariamente un tiempo irrecuperable de sus vidas en estos trayectos, no entienden por qué no se ha actuado desde las distintas administraciones en algo tan primordial como es la movilidad interior. La respuesta es simple y vergonzosa. Llevan décadas con continuas peleas sobre las competencias en carreteras. ¿Son tuyas o son mías? El Cabildo reclama la transferencia de las competencias en carreteras "de interés regional" para la realización de estudios, proyectos, licitación, contratación y dirección del Plan de Carreteras. El Gobierno de Canarias, entonces, contesta que las competencias en estructuras viarias corresponde desarrollarlas a la dirección correspondiente y que no son otras que elaborar el Plan de Canarias; preparación de las normas técnicas en materia de planificación, proyecto, construcción, conservación y explotación de toda clase de carreteras; proyectar y dirigir la construcción de carreteras de interés de la Comunidad Autónoma y dirección técnica de las obras? Y así, hasta rematar con las competencias en materia ferroviaria. El Cabildo, pues, se queda en paños menores. Pero surge una pregunta inevitable: ¿Cómo es posible, entonces, que en Gran Canaria funcionen las cosas de distinta manera? ¿Qué caminos han tomado para terminar con su circunvalación? La inepcia y los enfrentamientos soslayados revolotean sobre Tenerife.

Con todo, todo el mundo se ha olvidado de Santa Cruz. Las dos marabuntas (serpientes multicolor que dirían los cursis) que avanzan cabreadas procedentes del norte y sur de la Isla convergen, inevitablemente, en la capital. Y aquí ya no hay sitios ni para entrar ni para salir. La situación es tan complicada que el ayuntamiento ha solicitado al Gobierno canario que soterre la TF-4 a la altura del Parque Marítimo. Se trata de realizar un túnel similar al de Tres de Mayo, pero sin goteras, separando así el tráfico portuario del civil. Ahora, que ya estamos en verano, aflorarán las graves carencias de los accesos a Las Teresitas. Los usuarios, en festivos, comprobarán cómo, después de dar vueltas y vueltas, tendrán que regresar camino de las playitas de callaos de Valleseco, donde tampoco encontrarán aparcamiento ni el más mínimo servicio. Pensarán, inútilmente, en el Parque Marítimo para terminar en la ducha de su casa. En fin, el disparate del Estado de las Autonomías quedará al descubierto y las duplicidades (multitud de permisos), en cualquier ámbito empobrecen a todo Tenerife. De momento, se podrá contar con algunos quioscos y un par de hamacas en Las Teresitas, no con la Cofradía, mientras los papeles siguen perdidos en las gavetas de los juzgados a la espera de la ubicación de la Ciudad de la Justicia.