Los abuelos son un tranque, como el mueble antiguo del que quieres deshacerte pero en el fondo te da pena porque lleva toda la vida contigo. Cuando son dependientes necesitan que los bañes, los saques a pasear y le des un poquito de cariño, pero los muy egoístas no se dan cuenta de que en la sociedad en la que vivimos no tenemos tiempo para estar cambiando pañales. En un pueblo japonés existía la tradición de abandonar a los ancianos en las montañas cuando cumplían sesenta años, porque creían que ya no podían ser útiles. Nosotros no necesitamos llevarlos al Teide o al Roque Nublo, nos basta con involucionar como especie y dejarlos en cualquier hospital. En los hospitales de Canarias existe un cierto número de pacientes, de avanzada edad y dependientes, que ingresan porque las familias no quieren o no pueden asumir su cuidado, abandonando a los que otrora fueron sustentadores en los pasillos o en las plantas de algún centro sanitario. Muchas familias se niegan a que les den el alta, es decir, le piden a los médicos que los mantengan en el mismo lugar, ocupando camas mientras cientos de pacientes en Urgencias esperan, con el colapso que ello supone y la carga económica para los contribuyentes; una planta de hospital es más cara que una pensión o un apartamento. Mientras tanto, asistimos a lo que se conoce como altas administrativas, es decir, darles de alta en el sistema informático, pero con el paciente en planta, lo que en otras comunidades de España se conoce como problemática socio-familiar. Falta humanidad en casos tan flagrantes como familias que dejan tirados a sus padres o abuelos en los pasillos de las Urgencias para "dedicarse algunos días" en pintar la casa o irse de vacaciones. Puede parecer el guión de la filmografía de Tarantino, sin embargo son testimonios de facultativos, anécdotas tan absurdas como reales. Tenemos una Ley de Dependencia que no funciona, las ayudas no llegan, y para acceder a las escasas plazas públicas en algún centro el procedimiento es tan largo como ineficaz. ¿Quiénes pueden permitirse pagar una residencia que cuesta entre 2.500 y 2.800 euros al mes? Pocos. Crueldad, dejadez, imposibilidad para mantenerlos por falta de recursos y la inacción del Gobierno con una Dependencia que se encuentra a la cola del país, son las aristas de una problemática con difícil solución. La edad dorada es un gran anhelo en la mayor parte de las sociedades, un estado vital donde se les rinde culto por su sabiduría y experiencia. No obstante, en la nuestra, muchos padres y abuelos van a parar a la esquina del olvido. Imaginemos por un momento que un niño ingresa en un hospital, le dan el alta y los padres no van a buscarlo. Lo más probable es que entre en escena la Policía, mientras que para el caso de los más viejos, no ocurre lo mismo. Cuando hablamos de cariño, no valen las matemáticas. Ya no te acuerdas cuando te protegían, te cuidaban, enseñaban la experiencia de la vida. Ya no te acuerdas cuando te ponías malo y estaban ahí, cuando te decían todo lo que valías en momentos complicados, o en los días en los que necesitabas un abrazo y siempre estaban ahí. Ellos nos cuidaron a nosotros, y es el momento de cuidarlos a ellos; no es una opción, es una obligación.

@Luisfeblesc