A pesar del aumento de las contrataciones en los últimos meses, en Canarias sigue habiendo un 25% de habitantes de brazos caídos, según información del organismo competente, que además ejerce un severo control sobre las personas apuntadas en las listas. En mi opinión, los números no son creíbles, pero en cualquier caso sigue siendo un gran problema que hay que afrontar.

Suelo leer y escuchar en los medios de comunicación todo lo que se informa sobre el tema y, casualmente, el otro día oí en Cope Las Palmas, como muchas veces ocurre por culpa de la geografía del municipio de Candelaria, que el país tiene más de quinientos mil ninis (habitantes que ni estudian ni trabajan), así que no sé qué futuro nos espera.

Tengo que poner en duda que en Canarias haya doscientas cincuenta mil personas sin hacer nada en todo el día o sin cobrar ningún emolumento. O estamos verdaderamente aplatanados o somos demasiado especiales. La realidad es que indagando se descubre con gran desconcierto cómo la picaresca está tan arraigada en esta santa patria, y demuestra la quimera de esos números, pero sobre todo sorprende negativamente la actitud de muchos de nuestros ciudadanos.

Cuando cayó la burbuja inmobiliaria hace diez años, las cifras de parados aumentaron considerablemente, y los sectores más perjudicados fueron la construcción y el turismo, los pilares que tiraban de la economía. Un simple peón ganaba suficiente para alimentar a su familia, pero un experto en alicatado o en tejas, se embolsaba más que un ministro. Pasada la primera parte de la tempestad, los trabajadores han tenido que reubicarse en otros sectores, y ahora, con la recuperación lenta de la economía, vuelve a haber demanda de trabajadores para la construcción, pero para empresas mucho más pequeñas, esas que hasta ahora se mantenían con diez trabajadores y que precisan de ayuda porque se les multiplican el trabajo y los compromisos. Es ahí dónde he escuchado las quejas de los emprendedores, porque muchos de los demandantes de empleo prefieren seguir cobrando el subsidio y hacer algún cáncamo de vez en cuando para ir tirando, antes que cotizar. Si a esta situación le sumamos la desidia a la que está viéndose abocada también la agricultura, deducimos que los canarios no están por la labor de trabajar.

Uno de esos constructores me comenta que está pensando en traerse trabajadores de Croacia para cubrir la demanda, y esta sugerencia me revuelve las entrañas, pero de vergüenza, y espero que las autoridades competentes tomen cartas en el asunto y castiguen sin cobrar el subsidio a quienes rechazan de esa manera un puesto de trabajo.

Por otra parte, el inquieto presidente de Fepeco, Oscar Izquierdo, sigue poniendo el dedo en la llaga y pide a nuestras autoridades que se preocupen en buscar fórmulas para que haya una equidad en el reparto de fondos para las diferentes necesidades, haciendo hincapié en la vara de medir que tiene el consejero de Obras Públicas, que solo tira para su tierra dejando al resto a la intemperie. Sigue también preocupando la continua negación de las autoridades tinerfeñas a los planes generales, y ahí están las consecuencias, los negados de siempre, por una simple medida de protección en la carretera de San Andrés, arman un pitote.

Me gusta la última campaña de Fepeco denominada ¡Momento de Tenerife!, donde instan a las autoridades a moverse, pues la dejadez y la inoperancia no ayudan al progreso de esta isla, que sigue colapsada, retrasada y sin perspectivas de futuro. Una iniciativa que espero despierte del letargo al que estamos sometidos.

El Gobierno socialista de Sánchez quiere subir impuestos, una mala medida, para eso ya teníamos a Montoro. Por cierto, que Rajoy aprobó la subida en el IPC de 2017 de un 1,75% para los pensionistas. Recibimos el 0,25%, ¿el resto, señor Sánchez?

Todo no puede ser malo, así que debo resaltar las pequeñas obras en Candelaria, y aplaudo las que se están llevando a cabo en Las Caletillas, que hacen al ciudadano tener una mejor calidad de vida. Gracias a la Corporación que preside Mari Brito por sus iniciativas, pues no siempre pueden haber grandes obras, las de andar por casa tienen la misma importancia para el ciudadano, aunque no estemos en período de elecciones. Serán en 2019.

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