Recuerdo un terreno familiar, situado en lo alto de Tifirabe, al que se conocía con el nombre de El Pastel y en el que se cultivaba la tercera cosecha de papas del año, papas de secano, que se regaban solamente con la húmeda brisa de los alisios y donde también había unos manzaneros cargados de manzanas.

Pero andando el tiempo llega uno a descubrir que ese lugar se denomina así por el cultivo que se hacía de una hierba que encerraba un inestimable valor económico denominada "pastel". Hierba que guardaba en su interior un gran tesoro, a la que se sometía a un proceso de trituración mediante unos molinos especiales, sobre la que destaca "una gran piedra que era sedente en torno a la cual rotaría la otra muela de tipología similar a las anteriores conocidas". Pues bien, una vez triturada esta hierba se obtenía un pigmento azul índigo durante dos cosechas anuales que se exportaba a Inglaterra y Flandes para teñir los tejidos que allí se confeccionaban. Este comercio se mantuvo hasta el siglo XVIII, ya que en esa fecha fue desplazado por los índigos de América y Asia.

La hierba pastel se introdujo en Canarias, y más concretamente en la isla de El Hierro, tras la conquista por los portugueses que la trasladaron desde Azores y Madeira, sabiendo que para obtener el colorante era imprescindible contar con los molinos anteriormente señalados.

Según refieren algunos historiadores, el sitio en el cual se encontraba instalado, al menos un molino, era Tifirabe, pero no obstante ha sido en el lugar denominado Las Cancelillas, donde se descubrió recientemente una piedra de molino de esas características, que podría contar 400 años y con unas dimensiones considerables, ya que tiene un diámetro aproximado de 1,30 metros y un grosor irregular entre los 0,30 y O,50 metros. También tenemos que decir que existen como recordatorio de esas pieza de molino una en la Cruz de El Calvario y otra en la plaza de San Pedro de El Mocanal (lo que nos hace pensar que en la Isla hubo más de un molino).

Al dejar de cultivarse esta planta que se parece a la col, en el siglo XVIII fue extinguiéndose en todas las islas menos en la de El Hierro, donde aún se encuentran ejemplares aislados al ser utilizados como pasto para el ganado, sobre todo, en los altos del pueblo de Guarazoca.

He tenido noticias de que en el lugar donde se encontró esa gran piedra, y que está custodiada por el Cabildo herreño, existe el proyecto experimental para recuperar y divulgar el cultivo de la hierba pastel, que en su momento regaló su color azul durante siglos a los tejidos europeos. Proyecto que de realizarse, no cabe duda, sería un bien excelente del patrimonio cultural de la Isla, que no nos cansamos de que nos sorprenda y reconforte el ánimo por todos esos capítulos de su ancestral historia.