Escribimos hace unos días sobre lo que debe contemplar un plan especial para una determinada zona de una ciudad. Y decíamos (lo afirman y lo firman los técnicos), que se trata de estudiar y diseñar elementos que normalicen aquellos defectos que, hasta los no profesionales, son capaces de percibir y denunciar. Las generalidades no se contemplan y sí problemas concretos. El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, con la esperada rehabilitación de la plaza de Los Patos, ha demostrado al ciudadano que cuando existen ganas de trabajar y respetar lo que es de todos, pueden realizarse un sinfín de obras que devuelvan al común la confianza perdida en sus políticos. Con un mínimo esfuerzo económico (apenas 500.000 euros), se ha recuperado un bello y sosegado espacio abandonado, imperdonablemente, durante años y años por anteriores corporaciones municipales. Basta con las inquietudes de la actual corporación para que la plaza de Los Patos luzca espléndida, hasta con fascinación, para los ciudadanos que por allí continúan acercándose. Una obra coqueta que transforma el lugar en algo muy atractivo que rezuma tranquilidad por donde quiera que se la mire y admire. Un elemento patrimonial de Santa Cruz recuperado satisfactoriamente para los chicharreros en particular y tinerfeños y visitantes en general.

Pero las críticas desde la oposición no han tardado en llegar, después de sufrir un corte de digestión, al comprobar, con el paso cambiado, cómo el grupo de gobierno de la Casa de los Dragos ha cumplido con lo prometido al proceder, después de sólo nueve meses de obras, a la reapertura de la admirada plaza con el aplauso de la ciudadanía. Y el portavoz socialista-obrero en el Ayuntamiento de Santa Cruz se atreve a exigir al alcalde restaurar la plaza en su totalidad, pues califica lo allí hecho como "chapuza". Su argumento contundente gira en torno a que "se han roto azulejos y se han vuelto a pegar con empastes". Formidable. Hacía tiempo que no escuchábamos tantas boberías juntas, y eso que, desgraciadamente, no nos queda más remedio que oír bastantes para poder trasladarlas, luego, a nuestros pacientes lectores. Por supuesto que desde el ayuntamiento han respondido, sin ningún esfuerzo intelectual, que los remates pendientes deberán ser reparados por la adjudicataria antes del 10 de septiembre del actual año. Olvidó el portavoz socialista-obrero que en cualquier obra siempre quedan cabos sueltos, que deben estar bien amarrados en los papeles firmados. Si no, que lo pregunten al Cabildo tinerfeño y su exquisita relación con el arquitecto de las goteras, Santiago Calatrava.

Volviendo al comienzo de estas líneas, el plan especial del barrio de Los Hoteles (la plaza de Los Patos está en él), como el de cualquier otro, debe contemplar los defectos y errores que en su día cometieron técnicos y administrativos al conceder licencias que estaban fuera de cualquier actuación. Y apuntamos en anterior artículo una petición al primer regidor municipal por si sus múltiples ocupaciones se lo permitían: una vueltita por la trasera de la cerrada clínica "Capote" como evidencia de lo que sus antecesores en el cargo consintieron, permitieron y aclamaron (se trataba de un juego entre amigos). Recientemente se ha procedido al vaciado integral del edificio (la trasera linda con la calle Costa y Grijalba y con la Residencia Virgen de Begoña), ya que ha sido comprado por un potente grupo económico para levantar otra clínica o un hotel, según nos confirmó uno de los vendedores. Los antiguos médicos, enfrentados sin moderación, el personal sanitario y administrativo, se han dado prisa en realizar la operación. Pero, señor alcalde, el adefesio sigue ahí enhiesto. Si va, tendrá ocasión de comprobar cómo muchos viandantes se detienen y, estupefactos, fotografían aquella cosa. Entre ellos hay bastantes turistas porque, casualmente, van camino de la plaza de Los Patos. Un técnico, con dos o tres neuronas no contaminadas, será capaz de arreglar aquel esperpento. La calle Costa y Grijalba, como la avenida 25 de Julio, Numancia, O''Donnell, Jesús y María, Robayna, las Ramblas, José Naveiras, Enrique Wolfson y Horacio Nelson, con el parque presidiendo, convergen en la plaza y deberían formar parte de un espacio continuado, sin fisuras ni distorsiones. Pero, desde nuestra bienamada Gerencia de Urbanismo han surgido demasiados despropósitos (están inmovilizados con el plan de El Toscal) que no pueden repetirse, aunque en el horizonte surja, resplandeciente, la "nueva Santa Cruz". Aquí sí hay que tener mucho ojo avizor, porque lo que antes se consentía bajo cuerda hoy es incompatible con la decencia.

En otra ocasión, volveremos a recordar lo que sucede con los edificios protegidos por el patrimonio histórico y por los que la concejal del área, Yolanda Moliné, se ha comprometido públicamente a su amparo, conservación y rehabilitación. O al revés. Lo que sí debe crearse es una continua vigilancia sobre la plaza de Los Patos a cargo de guardianes. En el parque García Sanabria los había antes. Y los recursos económicos eran menos. Hay mucho vandalismo suelto.