Siempre me impresionó lo que con la edad iba enterándome de los genocidios hitleriano y estalinista, y de Berlín el muro que tras la Segunda Guerra Mundial separaba familias, y las fotos de personas acribilladas intentando saltarlo tras el acuerdo occidental-soviético de repartirse la bella ciudad en dos, mientras la educación franquista nos contaba las diferencias entre vivir en la "opresión" de la dictadura comunista en el Berlín este, y en "libertad" en el oeste. Mi generación no vivió ni esa guerra ni la Civil Española, pero sí que pagó bien caras sus consecuencias, haciéndonos creer que los "malos" eran los de las dictaduras soviéticas, y los "buenos" los norteamericanos y europeos occidentales. El tiempo nos ha hecho ver que asesinos, ladrones y depravados estaban en los dos lados, y buena gente también, siendo la causa principal de las guerras el afán histórico de dominar y apoderarse de los recursos de los "enemigos", yendo a morir a las trincheras en general los de siempre, los que no tenían influencia ni economía para quedarse lejos de ellas, salvo honrosas excepciones.

En 1984 viajé a Rusia para conocerla con mis propios ojos, aterricé en Kiev, donde un joven guía, Yuri, que aprendió castellano en Cuba, a la mínima pregunta sobre una cuestión ajena al guion autorizado, no contestaba nada. Encontré una ciudad espectacular en algunas zonas y el resto muchos edificios de aspecto muy humilde, sin ningún gesto de encanto arquitectónico, todos iguales, y la gente por las calles con sensación de pobreza, pocos coches sencillos junto a enormes cochazos negros a toda velocidad, al parecer, de los dirigentes, sin bares ni cafeterías ni para el ruso ni para el turista, salvo para éste en el hotel. Un día observé una cola de gente, me acerqué discretamente, y vi cómo bebían agua de una pequeña fuente, todos con el mismo vaso. Luego Moscú y Leningrado, espectaculares, con más cochazos negros, y muy acogedoras las capitales de las repúblicas bálticas, Lituania, Letonia y Estonia, donde la obsesión de los guías era comprar nuestros vaqueros norteamericanos. Regresé admirado de tanta belleza natural, pero desencantado con la sensación de que el pueblo ruso, sin libertad para entrar o salir, aislado tras el brutal muro que eran las fronteras de la URSS, no era feliz.

En 2000 visité Berlín y quise conocer la realidad del muro y tocarlo con mis propias manos como homenaje a cuantos murieron intentando saltarlo. Quedaba poco de él, pero suficiente para imaginarnos aquel hormigón armado construido por los soviéticos de la República "Democrática" Alemana, que dio pie a que la vigorosa voz de Nino Bravo cantara "Libre", una canción universal, inspirada en un suceso desgarrador, la muerte de Peter Fechter, que con unos veinte años fue el primer alemán que en 1962 intentó saltar el muro desde el este al oeste. "Peter extendió sus alas y marchaba tan feliz que no escuchó la voz que le llamó", cuando los disparos de los soldados soviéticos lo alcanzaron de lleno, quedando expuesto a la vista de ciudadanos, militares y periodistas, agonizando durante más de cincuenta minutos mientras su cuerpo indefenso se desangraba, al tiempo que el pueblo berlinés, impotente, clamaba a gritos que lo auxiliaran. Pero no, los soldados cumplieron con la orden de sus superiores, y éstos con el encargo de quienes, muy lejos, deciden y diseñan las guerras, los occidentales no permitieron que lo auxiliaran, y los soviéticos esperaron hasta su muerte para retirar el cadáver. Jóvenes militares embarcados en una guerra que no era la suya, protagonistas sin querer de un suceso impuesto que les atormentaría el resto de sus días.

Desgraciadamente, Berlín no fue el último muro en el mundo, y si tras su caída quedaban once, lamentablemente hoy la cifra ha subido a setenta, y se siguen construyendo, para impedir la entrada de migrantes, traficantes, enemigos o simples ciudadanos que en muchos casos huyen de la amenaza de ser torturados o eliminados por conflictos en su propia tierra. Y ahí están, entre otros muchos, los muros que separan Estados Unidos de Méjico, Corea del Norte del Sur, Paquistán de India y Afganistán, Egipto de Gaza, Palestina del Líbano e Israel, Sahara occidental, y sin ir más lejos los de Ceuta y Melilla de Marruecos.

*Doctor en Medicina y Cirugía. Exsenador del PSOE

@JVGBethencourt