El gran asunto político de enjundia de hoy en el Parlamento va a ser una interesante tertulia política dedicada a las plumas de Fernando Clavijo. A las pocas que el presidente quiere perder y a las muchas que la oposición quiere que pierda. El presidente comparece para dar explicaciones a los grupos sobre sus problemas jurídicos devenidos del "caso grúas".

Que el asunto se discuta en el Parlamento tiene escasas consecuencias prácticas. Los temas judiciales se ventilan en los juzgados. Pero se explotan en los medios de comunicación, tan dados a realizar prejuicios. Y la política, muy concernida siempre por la propaganda, tiene esas cosas: que todo material con capacidad energética electoral termina pasando por la hoguera de la tribuna de oradores. Es normal que a la oposición se le hayan puesto los dientes de un tigre, pensando en hincárselos en el cogote al candidato de los nacionalistas para amargarle lo poco que queda hasta las elecciones.

Clavijo dará todas las explicaciones del mundo mundial -naturalmente a su favor- y a la oposición le va a importar medio comino. La pantomima se basa, precisamente, en que da exactamente igual lo que digan unos y otros. En los parlamentos de este país, como ya es ampliamente conocido, la gente habla, pero no se escucha. O mejor dicho, lo que se dice tiene escasas posibilidades de convencer al que está enfrente, que ya viene "lloradito" de casa.

En realidad, se trata del primer acto político para el aprovechamiento de los azares judiciales que tendrá que sobrellevar el actual presidente y cuyo verdadero recorrido está en manos del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. En ese bombo nunca se sabe. La lotería judicial igual termina con el reintegro que con el premio gordo. Y por lo visto, en las fiscalías, los mismos argumentos valen para un cosido que para un bordado.

En tanto se determina si la grúa se levanta o se levanta, hay que llevar el agua al molino. Por eso algunos grupos políticos ya amenazan con presentar una moción de censura si el presidente es investigado formalmente. Una moción complicada, porque de mandato quedan dos telecanarias y no hay un candidato alternativo claro para la finca.

En realidad, lo de la censura es inverosímil. No porque no quieran echar a Clavijo, sino porque no saben a quién poner. Angel Víctor Torres, el secretario general del PSOE, no es diputado y no puede ser candidato. Y es difícil que la izquierda se avenga a apoyar al líder del PP, Antona. Con lo que estamos, nuevamente, en el terreno del quiero y no puedo. Pero lo importante no es la moción, que no será, sino su posible existencia. Los amagos, las advertencias, los rumores... O sea, La Laguna. Por algo es la ciudad de los adelantados. Porque siempre van por delante de la realidad.