En un artículo que publicó EL DÍA el pasado 31 de julio me hacía eco de la visita de la Patrona de Canarias -entre el 12 y el 27 de octubre próximos- a La Laguna y Santa Cruz, manifestando en él mi asombro y mi rechazo ante la actitud mostrada por los partidos llamados de izquierda ante "tamaño desatino". Igual actitud preconizaron ante la moción presentada en el Cabildo de Tenerife por su titular para que a la Virgen se le concediera el título de Presidenta de Honor de la institución insular, todo ello, dicen, para acatar la aconfesionalidad que recoge nuestra Constitución.

Siendo esto último cierto, en el mencionado artículo alegaba yo que se debía tener también el máximo respeto por las tradiciones, que pese a quien pese se cumplen escrupulosamente en toda la piel de toro. ¿Se imaginan ustedes una España -ese es el nombre al que ahora muchos llaman "este país"- sin las celebraciones de Semana Santa, las innumerables ofrendas a la Virgen, las fiestas patronales de los pueblos o las procesiones del Corpus Christi? Sinceramente, me asombra la actitud de estos nuevos "iluminados" que, por lo visto, creen que deben cambiar la manera de proceder de nuestras instituciones, pues estas representan a toda la ciudadanía -sin especificar sus creencias religiosas-, e igual que antaño abogaron por desterrar los crucifijos de todos los organismos oficiales, las clases de religión de los colegios o las biblias de los juramentos, su objetivo -más bien su fijación- ahora es volvernos a todos agnósticos -perdón, ateos- pues ahí radica la perfección del ser humano.

Lo increíble del caso que comento es que todos fueron a la escuela y en ella -aparentemente con poco provecho- se les inculcaron unos valores religiosos que ahora parece que les molestan. Es posible que muchos, fieles a sus principios -Dios sabrá quién se los habrá inculcado-, no acudan a los actos institucionales programados, pero creo no aventurarme al decir que nadie los echará de menos: serán tantos los miles de chicharreros y laguneros que vitorearán el paso por las calles de "la morenita" que su posible presencia -si fuese obligada- merecería el rechazo popular.

Me imagino que habrá cientos de estudios, realizados por personas capacitadas para ello, que han abordado la trayectoria del ser humano cuando se convierte en "animal político". Lo primero que hace, por lo que se ve, es querer enmendar la plana a sus predecesores. No han hecho nada bien; en ningún aspecto. Arremeten contra los planes culturales, ordenación del territorio, tratamiento de las aguas, pobreza, violencia de género? y me parece bien. Cuando se quiere desempeñar un trabajo lo mejor es llegar con nuevas ideas, si bien el tiempo dirá si son buenas o malas. Tal y como antes se decía en el ejército, valor se le supone. Sin embargo, la pretensión que traen estos "nuevos mesías" de cambiar las creencias del pueblo llano en el aspecto religioso me parece que no les van a servir de nada. Y esto no vale solo con la devoción que se profesa en las islas a la Virgen de Candelaria. Ocurre en cualquier lugar del orbe católico. ¿Qué puede uno pensar de su actitud irrespetuosa ante las ideas de los demás? ¿Qué pretenden al querer "adoctrinar" cuando su fin es luchar contra el adoctrinamiento?

La quincena de la Virgen será sin duda alguna muy provechosa para los feligreses de La Laguna y Santa Cruz, sea cual sea la intensidad de su compromiso. A todos nos viene bien de vez en cuando un baño de religiosidad que nos haga pensar en nuestra actitud ante ese misterio que es la vida.