El alcalde Bermúdez ha gozado, si lo comparamos con José Alberto Díaz, por ejemplo, de uno de los mandatos más tranquilos en torno al enfrentamiento político con la oposición en temas absurdos. Y digo temas absurdos porque en La Laguna los plenos se sucedían hasta las doce de la noche y abordaban temas tan peregrinos como la situación en Palestina, que ya me contarán qué demonios tiene que ver con la ciudad de Aguere y sus muchos temas que urge sacar adelante. Bermúdez ha podido, y ha querido, pasar su mandato como alcalde resolviendo temas que nada tienen que ver con obras fastuosas y sí con el acercamiento a las necesidades vecinales más perentorias. El alcalde de Santa Cruz ha basado su tiempo como presidente del consistorio con los concejales trabajando en la calle y sin meterse en grandes jardines.

No hace mucho tiempo, un mandatario público me preguntaba por qué demonios sería recordado Bermúdez tras su paso por la Alcaldía de Santa Cruz. Y uno lo que piensa es que todavía queda mandato. Lo que sí parece claro es que para tumbar al alcalde, que según todas las encuestas es el político más valorado, hacen falta uniones de partidos totalmente contrapuestos ideológicamente. Un galimatías donde el odio intente tumbar una tranquila gestión del día a día. Y como reza el spot publicitario: a un panal de rica miel cien mil moscas acudieron. Me refiero a que el actual alcalde, con una gestión intachable y a la chita callando, ha conseguido la cesión por parte de Cepsa del 70% de los terrenos de la refinería; un reto histórico que conseguirá una gran expansión de Santa Cruz, logro ante el que nadie puede oponerse. La serena forma de llevar a cabo su mandato ha convertido a Bermúdez en diana de envidias que intentarán confabularse de cara a las próximas elecciones. Aunque es cosa harto difícil, entre otras cosas porque los santacruceros no son bobos y nunca lo han sido.

@JC_Alberto