¿Quién no tiene un@ amig@ que no para de criticar al resto? ¿Quién no tiene a algún ex que no le deja vivir en paz? ¿Quién no ha vivido la pérdida de algo o de alguien, y se queda en esa situación como si de un bucle se tratara?

Al final, la mayoría de todos estos ejemplos son personas "amargadas". Y no hablamos desde una actitud de menosprecio, sino de una emoción que se instala dentro y que por mucho que se haga, cuesta sacar.

Digamos que, principalmente, hay dos tipos de amargados, los que viven en la envidia y aquellos a los que un hecho traumático no los deja avanzar. Es triste ver cómo las personas amargadas viven congeladas en el malestar, en el dolor y en la rabia. Muchas no querrían salir de esa emoción, es su motor, y el deseo de lo ajeno o de aquello que consideran propio, simplemente por existir, hace que se muevan y que se retroalimenten de estrategias maquiavélicas para llegar a su meta. Dependerá de su inteligencia y de su capacidad que lo logren o no.

Pero a aquellas que sí conocieron cómo es vivir en plenitud y que ahora, por lo que sea, algo se les ha truncado y les ha arrebatado esa tranquilidad? El dolor de esa pérdida les hace vivir en una emoción exenta de venganza, solo quieren estar mejor y volver a ser como eran, pero no saben cómo, sólo saben que viven amargados.

Ambos tipos son muy comunes en nuestro entorno. Sabemos que la envidia es deporte nacional, pero desear lo que tiene el otro, hasta el punto de que no nos deje vivir, es pasar ciertos límites.

Amargad@s es una palabra que describe con fuerza y dramatismo una emoción que "se nos pega como una lapa", si es que nos toca experimentarla, o una serie de actitudes que toman algunas personas con las que nos toca convivir y que, en ambos casos, hacen que nuestra vida sea más pesada. A muchos nos gustaría intentar evitar esta situación, pero a veces nace de forma tan profunda y dolorosa que será difícil lidiar con ella. Por mucho que se haga, sigue ahí, apareciendo de vez en cuando como para fastidiarte la vida. ¿Quién no huye o ha huido alguna vez de ese tipo de emoción?

Si nos ponemos a pensar y a analizar, realmente todo parte de una pérdida, real o no, que no hemos podido superar. Es decir, cojamos el ejemplo de una pareja que te deja por otr@. El dejado no consigue avanzar en esa situación y tomarlo como lo que es? no tenía que ser, o tu pareja es imbécil y se ha descentrado, o simplemente lo vuestro se acabó hace tiempo y ha durado más de la cuenta. Y "la otra persona" no es el/la mayor bicho del mundo, o quizás sí, pero a ti eso ya te da igual. Además, nadie ha venido a robarte nada que "no haya querido estar en el saco del ladrón".

Si el dejado, pasado cierto tiempo natural de duelo, no avanza y se queda ahí, no da carpetazo a esta situación tomando las riendas de su vida y dejando atrás todo eso, en el pasado y bien pasado, si no hace eso... empezará a vivir la vida del otro, a estar pendiente del otro, buscando contacto constante, viendo cada corrección de su parte como una esperanza de vuelta, echando la culpa al que ocupa su lugar, como si lo tuviese abducido o manipulado.

Pues bien, toda esa serie de emociones no se forman en un día... tienen su trayectoria, una trayectoria que si no conseguimos sobrepasar de forma sana, irá poco a poco alimentándonos negativamente, primero con el dolor, después con la rabia, la envidia, la venganza? Nos pasaremos todo el día pensando en cómo poder tener lo que consideras tuyo y que ahora ya no lo es.

Estos amargados viven en una irrealidad, en su mundo particular, en su historia. La realidad no es como debería ser y eso "los mata". No aprendieron aquello de que no somos iguales, ni nacemos en las mismas circunstancias; aquello de que la vida es muy diferente para unos y para otros, que hay quien tiene suerte, quien nace afortunado, hay quien nacido con suerte la tira por la borda, y quien aun no teniéndola consigue llegar lejos.

La vida aparte de cosas buenas, nos da tortazos, hace que nos caigamos y tropecemos; lo importante es saber superar todo esto y salir fortalecidos. No quedarnos llorando y llorando, enfadados porque todo ha salido mal. No debemos seguir empecinados en aquello que se nos arrebató o que no podemos tener. Si escogemos ese camino, al final terminamos amargándonos y viviendo en "lo que no tengo".

¿Te gusta vivir así? Debemos asimilar cada situación que nos ocurra, darle su peso justo, sentir lo que toque en cada momento y lo que le corresponda. Ni más ni menos?

*Psicóloga y terapeuta

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