Esto es lo que me espetaron dos jóvenes mientras tomaba tranquilamente un café en una de las cafeterías del centro comercial Puntalarga de Candelaria, lugar que he elegido como particular patio de operaciones actual. Me dieron un periódico y una revistilla, y añadieron: "Además las quieren privatizar", y acto seguido dijeron que los consejos eran gratis, pero que la revista valía 3? o la voluntad. Aunque no sabía quién editaba el folleto y a dónde iría a parar lo recaudado, sentí curiosidad porque los chavales me parecieron simpáticos.

Pensé que el periódico era El Pregonero, que se reparte gratuito por la zona, pero cuando estaba en casa dando el último repaso a EL DÍA, metí la mano en la bolsa y me encuentro con De Verdad, periódico quincenal de Unificación Comunista de España, y la revista Chispas, de los mismos editores. ¡Ya el mosquito me desriscó el insecticida!

Recordé inmediatamente a mi amigo Juan Borgman, sacerdote holandés que colaboró en mi etapa en la presidencia de Aspronte, y que fue vital para poner en marcha un centro para discapacitados psíquicos en La Zamora, en Los Realejos, porque era un gran conocedor de la problemática de las distintas discapacidades, ya que venía de Astorga de auxiliar en un gran centro que atiende a imposibilitados profundos. Cuando alguna vez hablábamos de política, siempre decía que los comunistas en Holanda eran muy simpáticos, hacían mucho ruido, pero nunca llegaban a nada. Recordando sus palabras empecé a releer las opiniones vertidas en los panfletos, ¡no tienen desperdicio!, y lo más curioso es la similitud con el mensaje de la Iglesia católica, que aboga por rebajar la diferencia de clases y también defiende la justicia social.

El tema de las pensiones es bastante más peliagudo, pues ya es una cuestión poblacional, no puede haber pensiones si no hay población activa suficiente y si no nacen niños, y en España hay cien mil seres sacrificados al año legalmente, convirtiéndonos además en unos de los países con la tasa más baja de nacimientos. Si añadimos que los jóvenes no están por la labor, porque no existen ayudas, el salario mínimo es de risa, los alquileres muy caros y los impuestos abusivos, que solo benefician a la clase política dominante, mal vamos.

El reparto de la riqueza no es equitativo ni existe solidaridad. Los ricos son cada día más ricos y siempre serán los que mandan. Europa será ingobernable, y España, qué decir. Hay que redistribuir más ecuánimemente, pues no es justo que un pequeño porcentaje tenga mucho más poder, mientras los que mandan los benefician y solo les interesan sus emolumentos.

Hablan de privatizar las pensiones, cuestión que lleva años en el candelero, pues ya en 2012 la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Cristina Lagarde, soltó aquella frase antológica: "Hay que liberar a los Estados de la carga de las pensiones públicas", ¡como ella se mamaba con gusto sus dos millones de euros anuales! Estoy de acuerdo en que existan fondos privados, pero ¿con qué dinero lo paga un trabajador que tiene un sueldo mísero? Viven en una burbuja de bienestar absoluto, ciegos de poder, que no alcanzan a ver más allá de sus propias cejas.

Las distintas constituciones afirman que todo ciudadano tiene derecho a un salario y vivienda dignos, ¿se ha conseguido? El salario medio y la pensión mínima no alcanzan a mil euros mensuales, ¿cómo pretenden la supervivencia de un individuo y su familia con esos emolumentos? La pobreza irá a más con el consiguiente aumento de la desigualdad, la deuda de nuestro país crece, Europa dice que gastamos demasiado, que hay demasiada burocracia y que por este camino el gasto público será desorbitado, pero la ceguera del nuevo presidente, con el beneplácito de unos asesores que le aconsejan subir impuestos, no hace sino demostrar que es un ser henchido de soberbia y poder, que nos está arrastrando en masa a la bancarrota.

Mientras, los medios de comunicación destapan focos de atención que desvirtúan la realidad. Doctorados inventados, másteres no realizados, estudios que copan ahora el centro neurálgico de nuestra vida como si fuesen imprescindibles para gobernar, mientras la pobreza, el paro, la sanidad y especialmente la corrupción desaparecen de la agenda diaria. Este país está majareta.

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