Al contrario de lo que todavía opinan algunos políticos y periodistas (que no se han tomado siquiera la molestia de leerse el nuevo Estatuto, su artículo 39 y su Disposición Transitoria Primera), no existe ninguna posibilidad -ninguna- de escaquearse de cumplir la instrucción del Estatuto sobre el nuevo sistema electoral canario, que establece -entre otras cosas- la creación de una lista electoral regional, de carácter común para todas las Islas. Es asombroso que aún exista tanta confusión al respecto: haga lo que haga el Parlamento de Canarias de aquí a la celebración de las próximas elecciones (y estoy seguro de que hará lo que mejor saber hacer: nada), en las próximas regionales se aplicará la reducción de los topes, la nueva distribución de diputados insulares, que establece uno más para Fuerteventura, y la creación de una lista regional de nueve diputados, a votar en todas las islas.

Si el Parlamento no lo resuelve (y no lo hará) el presidente del Gobierno tendrá que dictar un decreto que contemple las disposiciones ya citadas, que son las que establece la disposición transitoria primera del Estatuto reformado. Por su parte, el Parlamento tiene tres años desde la publicación del Estatuto (y sospecho que tampoco cumplirá ese plazo) para aprobar una ley que podría modificar lo establecido en la disposición adicional, y plantear soberanamente un nuevo reparto de los hasta 75 diputados que establece el Estatuto. Si lo hace, será muy probablemente respetando la existencia de siete circunscripciones insulares y una regional, pero si el Parlamento se pusiera de acuerdo, podría desde crear una lista regional de 68 diputados y siete listas insulares de un solo diputado, hasta hacer cualquier otra composición, porque el Estatuto no establece límite alguno (más allá del mínimo de 60 y el máximo de 75 diputados) a lo que decida hacer el Parlamento. Podría ser una extraordinaria ocasión para crear una circunscripción electoral única, donde el voto de cada ciudadano de Canarias ''pesara'' en el sistema de representación, lo mismo que el voto de cualquier otro ciudadano. No ocurrirá, porque esta región se ha acostumbrado a un sistema de equilibrios insulares en la representación que la reforma actual prácticamente ni roza.

Además, si hemos estado desde 1982 amparando los procesos electorales regionales en una disposición transitoria, mucho me temo que a pesar del mandato imperativo establecido en el Estatuto, estaremos algún tiempo más rigiéndonos por el decreto del Gobierno.

La representación de los ciudadanos de Canarias seguirá siendo desigual, desproporcionada y escasamente representativa. Y algunos de los líderes políticos que se llenaron la boca con la lista regional huirán de ella como de la peste. Porque la lista regional, que es la que mejor respeta el valor del voto en la representación, tiene un pequeño defecto: demuestra quien tiene más respaldo en las Islas y quien tiene menos. Algunos de nuestros líderes regionales van a hacer toreo de salón para saltarse la prueba del algodón. Ya lo verán.